Editorial

Mansos borregos

El que haya visto un rebaño de ovejas se habrá dado cuenta de lo unidas que son. Todas igualitas, blanquitas, bien mullidas...

Editorial | | 2024-03-16 08:38:41

El que haya visto un rebaño de ovejas se habrá dado cuenta de lo unidas que son. Todas igualitas, blanquitas, bien mullidas. Todas corren en la misma dirección, levantan la cabeza al mismo tiempo, nunca se apartan del grupo, huyen hacia el mismo lado cuando hay peligro, se dejan guiar fácilmente por el pastor, que fácilmente podría llevarlas a un precipicio si le diera la gana y ninguna opondría resistencia. No lo hace, por supuesto, porque su vida depende de mantener vivos a los animales, a los que esquila y carnea para subsistir.

Ese inocente cuento de la “oveja negra”, que además de alimentar el racismo, ha sido la herramienta perfecta para distorsionar las cosas, nos hace ver que el comportamiento borreguil es bueno, que el pastor es nuestro protector y que el malo de la película es el lobo, cuando es el dueño de las ovejas, el que las cuida y las guía, es el que termina colgándolas de un gancho o el que les quita la lana (así le dicen al dinero en México, ¡que bien puesto el nombre!).

Ya somos suficientemente grandecitos como para darnos cuenta que fábulas como ésta o como Caperucita Roja no son tan inofensivas como parecen o que sólo buscan moralizar a los niños acerca de la importancia de no mentir o de obedecer a la mamá.Ojalá fuera eso lo más importante, especialmente, para acatar cuando nuestros padres nos inculcan no comportarnos como manada, no tener las actitudes del mono que lo imita todo y mucho menos compararnos con los mediocres o ser conducidos por ciertos avivados que nos engatusan con cuentos de hadas.

Sobre todo, deberíamos tener mucho cuidado con nos hablan de unidad, que casi siempre es sinónimo de complicidad o un llamado a comportarnos como esas ovejas dóciles que no saben defenderse, que se entregan mansamente y que ni siquiera tienen la oportunidad de expresar más que un balido lastimero.

En Santa Cruz algunos dirigentes nos quieren llevar a esa “unidad”, pese a que la gente insiste en mantenerse libre, rebelde, insatisfecha con un estado que trata al departamento como si fuera su colonia y un gobierno que no se conforma con seguir esquilmando a la región, sino que quiere llevarla al despeñadero, sumarla al “rebaño nacional”, donde nadie se da cuenta de la dañina relación que tienen con el sistema.

O es que alguien cree que los paceños -los supuestos grandes beneficiarios del centralismo-, se dan cuenta del daño que les ha hecho el estado desde que se trasladó de Sucre a La Paz. La “ciudad maravilla” se cae a pedazos y su gran orgullo es producir marraquetas y por supuesto, burócratas, consultores y encorbatados que no saben más que llenar formularios. Claro que saben de política. Si no fuera porque son hábiles manipuladores, se morirían de hambre. Los que quieren trabajar, ganarse la vida dignamente y proyectar un horizonte de prosperidad para sus hijos, se trasladan a Santa Cruz donde están contribuyendo a hacer más grande la economía. ¿Y los cruceños qué van a hacer? ¿Bolivianizar Santa Cruz o cruceñizar Bolivia?