Recientemente, se han reportado varios casos alrededor del mundo de jóvenes que encuentran en los chatbots de inteligencia artificial (IA) una herramienta que ofrece consuelo, pero también riesgos potenciales en su salud.
Plataformas como Character.AI, desarrollada por antiguos empleados de Google Brain en 2022, se han convertido en refugio para adolescentes que buscan una salida a su sensación de aislamiento, así como en un campo de pruebas para experimentar y desarrollar habilidades sociales sin el miedo al rechazo.
Aquí te explicamos qué ha venido pasando con varios jóvenes que han interactuado con esta novedosa herramienta, y las alertas que presentan varios expertos en salud sobre su uso desmesurado.
Por qué los jóvenes están recurriendo a los chatbots como un apoyo emocional
Hace poco tiempo, Aaron, un joven canadiense de 15 años, reportó a un medio de comunicación, un caso que ejemplifica esta tendencia al recurrir a Character.AI para encontrar compañía y consejo en estos seres digitales.
Entre los bots más populares se encuentra el “Psicólogo”, que pretende utilizar técnicas de Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) para ayudar a los usuarios. Sin embargo, la efectividad y pertinencia de estos métodos en un entorno virtual sin supervisión profesional plantea serias dudas, sobre todo en la comunidad sanitaria.
La plataforma ha logrado captar la atención de 3.5 millones de usuarios diarios, quienes pasan, en promedio, dos horas al día interactuando con una variedad de personajes que van desde figuras de ficción hasta celebridades virtuales.
Este nuevo modo de interacción pretende ofrecer un espacio seguro para que los jóvenes exploren y expresen sus emociones, pensamientos y creatividad. No obstante, plantea serias incógnitas sobre qué costo puede tener en la salud de esta población.
Qué riesgos genera la dependencia emocional a la IA
La creciente adicción hacia estos chatbots ha levantado preocupaciones entre expertos en salud mental y académicos, quienes advierten sobre los riesgos de sustituir interacciones humanas reales por conexiones digitales.
Por ejemplo, el Dr. Kelly Merrill Jr., de la Universidad de Cincinnati, señaló a medios internacionales que, a pesar de reconocer los potenciales beneficios de estos chatbots para mitigar la depresión y la ansiedad, es fundamental entender sus limitaciones. Los chatbots no pueden, y no deben, reemplazar el apoyo y la interacción humana genuina.
Del mismo modo, las interacciones con estas IA, aunque pueden ser un respiro emocional temporal, llevan consigo graves interrogantes sobre el impacto a largo plazo en el desarrollo emocional y social de los adolescentes.
La confusión entre lo virtual y lo real, junto con la posibilidad de una dependencia exacerbada hacia estos dispositivos, subraya la urgencia de educar a los jóvenes sobre el uso responsable de la tecnología.
Qué recomiendan los expertos sobre el uso de la IA en estos casos
Lo cierto es que Character.AI encierra un microcosmo de posibilidades y desafíos. Por un lado, ofrece una plataforma para la autoexpresión sin temor al juicio, permitiendo a los usuarios experimentar con su identidad y habilidades sociales en un entorno controlado.
Por el otro, presenta un laberinto de realidades alternativas que pueden distanciar a los jóvenes de la esencia de las relaciones humanas reales y del desarrollo de habilidades sociales indispensables para la vida cotidiana.
Es imperativo que padres, educadores y profesionales en salud mental participen activamente en el diálogo sobre la interacción saludable con estas tecnologías. Deben fomentar la conciencia sobre los límites de la inteligencia artificial y promover un equilibrio entre el mundo digital y el desarrollo de relaciones interpersonales en el mundo real.
Asimismo, las historias de millones de jóvenes alrededor del mundo resalta la complejidad de esta época, caracterizada por un avance tecnológico sin precedentes que ofrece tanto soluciones innovadoras como nuevos dilemas. En este contexto, es relevante la constante supervisión de estas herramientas, sobre todo, si son usadas por población infantil.