Editorial

¿Qué harán los movimientos sociales?

El MAS no está experimentando una división, sino una diáspora, una dispersión de las mafias políticas que lo han integrado estos años...

Editorial | | 2024-05-09 00:10:00

El MAS no está experimentando una división, sino una diáspora, una dispersión de las mafias políticas que lo han integrado estos años después de que se juntaron el 2005 para montarse sobre la ola populista que más tarde coincidió con el mayor festín que se haya producido en la historia de Bolivia, gracias al auge de los precios de las materias primas de exportación. Nunca más tendrán una oportunidad parecida, lo saben muy bien y por eso están en el juego de la “silla vacía”, cuyos animadores son Luis Arce y Evo Morales.

La mayoría de los denominados “movimientos sociales” retomarán la misma cualidad que tenían antes de que se adueñaran del poder. Volverán a ser rivales (Evo Morales no tenía pisada en la COB), pues la torta es más chica que antes y no alcanza para todos; se dedicarán al chantaje, como siempre y sobre todo, se despojarán del barniz ideológico que adquirieron para mimetizarse en la jungla del socialismo del siglo XXI. A partir de ahora, volverán a apoyar al mejor postor, como siempre lo hicieron, sin necesidad de levantar el puño ni gritar consignas cubanas con las que jamás han comulgado, pues todos son rabiosos burgueses mercantilistas, cuya mercancía es el “mercenariato”.

En 1985, estos grupos se volvieron abiertos adherentes del “neoliberalismo”, que les pagó muy bien y en efectivo a los mineros que se acogieron a la relocalización y que más tarde se mantuvieron complacientes con la capitalización y todas las medidas que tomó Gonzalo Sánchez de Lozada, que estaba a punto de venderle gas a Chile, un proyecto geopolíticamente inconveniente para Brasil, el gran azuzador de la falsa “guerra del gas” y el derrocamiento de Goni. Paradójicamente, entregarse “patas y todo” a los brasileños se convirtió en la tumba de la prometedora industria gasífera boliviana y por ende, del “proceso de cambio”.

El cocalero Morales fue muy útil como agente aglutinador. Pertenecía al único sindicato que se mantuvo en constante confrontación con el gobierno, que cedió a muchos chantajes menos al del narcotráfico. Su rubro y los errores cometidos por algunos regímenes lo hicieron fuerte y sobre todo, le permitieron hacer conexiones a nivel internacional, donde ya se visualizaba la sinergia entre política y crimen organizado.

En 2019 Evo Morales decepcionó a los movimientos sociales, que hasta ahora no le perdonan haberlos dejado solos. Ya venían de un desengaño anterior, cuando no fue capaz de asegurar la continuidad, cuando perdió en el referéndum de 2016 y tuvo que apelar a la ridícula excusa de los derechos humanos y al monumental fraude posterior, que terminó en su escape.

Circunstancialmente están más inclinados a Luis Arce, porque al menos tienen asegurado dos años más de mamadera, aunque en otras condiciones, por la grave escasez de plata, que no alcanza para sobornar a todos. Pero el riesgo de quedarse sin nada es muy grande. La crisis económica podría dejarlos peor que en la época de la UDP, “sin la soga y sin la cabra”. Con la experiencia que tienen encima a los movimientos sociales les conviene presionar a Arce para que tire al tacho su modelo, así se ahorran el drama y pasamos directamente al ajuste. Al menos así seguirán cobrando y sus líderes no terminarán confinados en la selva.