Editorial

Las taras de la "cultura boliviana"

Cada vez que alguien pregunta por qué hay pobres, todos se equivocan. “Por flojera”, “por falta de educación”, “por ausencia de oportunidades”...

Editorial | | 2024-05-23 00:10:00

Cada vez que alguien pregunta por qué hay pobres, todos se equivocan. “Por flojera”, “por falta de educación”, “por ausencia de oportunidades”, “por culpa del gobierno”, “por culpa del socialismo”, “por la geografía”, “por el clima”, “porque no quieren asumir riesgos”, etc. etc.

Ninguna de estas respuestas es válida o al menos son relativas. Sólo hay que contrastarlas y se comprobará que se engaña el que atribuye la pobreza a ciertas causas que repiten una y otra vez los expertos, los intelectuales, los organismos internacionales y tanto “pobrólogo” y “pobrista” que anda suelto.

En el caso boliviano, la causa de de la pobreza es cultural y cuando hablamos de cultura nos referimos a la mentalidad, aquellos que llevamos metido en nuestras costumbres, tradiciones, en el pensamiento y la forma de actuar, labrados por cientos de años de historia, de educación y adoctrinamiento.

El primer elemento es la victimización. Los bolivianos hemos aprendido desde niños que somos los pobrecitos damnificados de los españoles, de los chilenos, de los paraguayos, brasileños y del imperio. Ahora también se les enseña a los compatriotas más pobres del país que los cambas egoístas y avarientos son los causantes de su miseria.

La segunda tara va de la mano, pues como somos víctimas e indefensos, esperamos siempre un salvador, un mesías, un héroe, un gobierno, un sistema, cualquiera que venga y nos salve del victimario de turno. Eso nos hace dependientes, nos convierte en indefensos, en minusválidos frente a un destino que ya viene marcado por la fatalidad.

Por eso en Bolivia es fácil meterle a la gente en la cabeza la idea de que todos pertenecemos a una clase, como si fuéramos madera o razas de perros. Como el pino nunca será roble y el chihuahua jamás podrá ser un perro pastor, creemos que el que nace pobre, muere pobre, que el rico ya viene signado para la abundancia y que no existe cómo cambiar esa fatalidad.

De esa manera es muy fácil inyectarle resentimiento a los bolivianos, alentarlos para que se sumen a una revolución y de hecho, debe haber pocos países en el mundo con tantas revoluciones, tantas asonadas, golpes de estado, tanto luchador por la libertad, tantas organizaciones que llaman a luchar contra la injusticia social y tanta gente que se suma a esas patrañas.

Creemos que la riqueza es algo finito, como lo fue el estaño, la plata, el petróleo y ahora el gas, que ya se acabó y con eso muchos creen que se acaba la historia de Bolivia. No hay sujetos más contentos con esa mentalidad que los gobernantes, pues la ciudadanía todavía no se da cuenta que la multiplicación de la riqueza está en sus manos y no depende de ningún recurso natural ni de ningún gobierno, menos hoy que la gente se hace millonaria con productos intangibles, con el uso de sus neuronas, gracias a nuevas habilidades que aparecen por acción la sociedad de la información y el auge de las tecnologías.

Por último, existe la convicción de que la riqueza es una construcción social. Nos mienten que si no armamos comparsa con un sistema político, con un gobierno o alguna de esas mafias denominadas movimientos sociales, nunca vamos a progresar. Los grandes logros de la humanidad son obra de sujetos que en solitario y a veces, con el mundo en contra, consiguieron vencer y obsequiarle a la historia grandes inventos, descubrimientos y logros que han permitido avances en la civilización.

Es muy fácil inyectarle resentimiento a los bolivianos, alentarlos para que se sumen a una revolución y de hecho, debe haber pocos países en el mundo con tantas revoluciones, tantas asonadas, golpes de estado, tanto luchador por la libertad, tantas organizaciones que llaman a luchar contra la injusticia social y tanta gente que se suma a esas patrañas.