Editorial

En peligro de extinción

Hace poco se hicieron virales las razones por las que Caroline Celico, una cantante y ex pastora evangélica, decidió divorciarse...

Editorial | | 2024-06-15 00:10:00

Hace poco se hicieron virales las razones por las que Caroline Celico, una cantante y ex pastora evangélica, decidió divorciarse, tras nueve años de matrimonio con el ex futbolista brasileño Kaká, a quien tildó de “demasiado perfecto”. “Nunca me traicionó, siempre me trató bien, me dio una familia maravillosa, pero yo no era feliz, algo faltaba. El problema es que él era demasiado perfecto para mí", dijo la mujer, cuya vida de casada la llevó en Europa, sobre todo en España.

Algunos han interpretado la respuesta como un gesto de frivolidad de la dama, pero lo más probable es que se trate de otra más de las consecuencias de la ideología de género que está calando muy hondo en el mundo, incluso en Bolivia, donde el presidente del senado, Andrónico Rodríguez, dijo que la Ley 348, antes que proteger a la mujer y evitar la violencia hacia ellas, es más bien una ley “antihombres”.

Eso es precisamente lo que le critican a la ideología de género, que supuestamente promueve los derechos de las mujeres y el respeto a la diversidad sexual, pero en lugar de ello, está generando una nueva lucha de clases que se traduce en el desprecio hacia los hombres, incluso hacia los “perfectos”.

Lo que ocurre, dicen los observadores, es que el nuevo feminismo radical ha empoderado a las mujeres para que puedan prescindir de los hombres, despreciarlos y considerarlos inservibles para la sociedad. En España, por ejemplo, se han creado alrededor de 500 leyes que le otorgan privilegios extraordinarios a las mujeres.

De esa manera, para una mujer es mucho más fácil que para un hombre conseguir trabajo, obtener un crédito, recibir subsidios, lograr becas de estudio, porque además de los incentivos a la contratación, también tienen ayudas especiales al emprendimiento, exenciones impositivas, pagos suplementarios en las pensiones, subvenciones específicas y una enorme cantidad de servicios gratuitos que no los tienen los hombres. “Discriminación positiva”, le dicen.

Si en el pasado se bromeaba con el mito de la mujer divorciada que dejaba en ruinas al ex esposo, en España y la mayoría de los países europeos, esa ya es la norma, pues el hombre, además de cargar con enormes obligaciones que le impone el matrimonio, se arriesga a que un día lo dejen por un simple cálculo económico, aunque sea “perfecto”. Resultado: los hombres ya no quieren casarse, rechazan el compromiso, desprecian la familia y prefieren volverse homosexuales, pues así se libran de un calvario y pasan a gozar de la larga lista de privilegios que también han sido otorgados a la comunidad LGTB.

¿Quién gana con todo esto? No se sabe, pero mujeres no son, pues no se quieren casar con ellas, no las quieren contratar y se vuelve complicado lidiar con ellas, pues hasta está prohibido abrirles la puerta, cederles el paso o decirles que se ven bonitas. A este paso, la sociedad europea envejece a pasos acelerados y su extinción ya tiene fecha en el calendario.

El nuevo feminismo radical ha empoderado a las mujeres para que puedan prescindir de los hombres, despreciarlos y considerarlos inservibles para la sociedad. En España, por ejemplo, se han creado alrededor de 500 leyes que le otorgan privilegios extraordinarios a las mujeres.