Profanadores

Cuando pensábamos que no había gente más imbécil que los organizadores del “golpe” del 26 de junio y tan idiota al esperar que alguien les crea, aparecen los desubicados del Fondo Indígena con la propuesta de enjuiciar a un muerto con el fin de recuperar parte de los mil millones de dólares que se robaron de la entidad. El acusado no es cualquiera, sino Marco Antonio Aramayo, un dirigente indígena que cometió la ingenuidad de pensar que en este país puede haber justicia, que es posible esclarecer los hechos de corrupción y castigar a los culpables. Lo pusieron al mando de la investigación, identificó a los responsables del saqueo y murió torturado en la cárcel con más de 250 juicios en su contra. Todos saben quiénes son los ladrones, pero prefieren echarle la culpa al muerto, haciendo realidad una vieja broma extraída del realismo mágico. El genio de los cuentos de terror, H.P. Lovecraft narra la historia de George Birch, un sepulturero malicioso que se dedicaba a profanar las tumbas, hasta que un día, uno de los cadáveres le desgarra los pies en venganza por sus fechorías. Deberían tenerlo en cuenta los enterradores de la democracia, ellos que todos los días superan la ficción con sus actos.