Existe una interrelación necesaria entre el
hombre, "homo" en latín, y la guerra, "bellum". Hay una
frase en latín que dice: "Si vis pacem, para bellum" (si quieres paz,
prepárate para la guerra). Hoy, la tecnología de las nuevas armas hace caduca
la diplomacia y la política. Ningún imperio ha sido permanente hasta ahora; eso
nos demuestra la historia. Vivimos en una última década brutal y decadente; estos
tiempos son complejos y también aburridos. Pareciera que todo el mundo vive sin
darse cuenta de que su propia existencia está en peligro. Ese aparato llamado
celular nos mantiene totalmente distraídos y entretenidos, sin percatarnos de
que estamos al borde de un conflicto bélico global inminente. Todos ocupados en
nuestras vidas y en el celular, mientras el escenario bélico mundial se
configura a un ritmo acelerado.
Rusia, en la ONU, expresa que el ataque contra
civiles en Sebastopol no quedará sin respuesta. La escalada bélica es cada vez
más intensa. Ucrania está utilizando armamento moderno proporcionado por EE.
UU. para sus ofensivas militares, mientras Rusia utiliza mini bombas nucleares,
arrasando por completo pequeñas ciudades en Ucrania. La Tercera Guerra Mundial
empezó hace tiempo; el mundo se ha dividido en dos bloques (OTAN – BRICHS). EE.
UU. está lanzando ataques a Rusia desde territorio ucraniano, mientras
aeronaves y buques rusos realizan ejercicios militares. El mapa global se
complica: una chispa puede hacer estallar una declaración de guerra formal.
Todos se preparan para un enfrentamiento: por un lado, el bloque encabezado por
Rusia, China, Irán y Corea del Norte; por otro, el bloque liderado por EE. UU.,
Inglaterra, Israel y Corea del Sur. El conflicto en Gaza es solo una parte de
un teatro de guerra global.
Una vez iniciado el conflicto, todos estaremos
implicados, aunque los hechos bélicos se den a miles de kilómetros de
distancia. Las repercusiones se sentirán en instituciones, estados, zonas
geográficas y regiones específicas de Latinoamérica. Uno de esos hechos será la
migración masiva de ciudadanos de esas regiones hacia el Cono Sur, como ocurrió
en la Segunda Guerra Mundial. Muchos se refugiaron en estos lugares. China se
prepara para invadir Taiwán, EE. UU. blinda la Florida por miedo a Putin, y
Rusia rearma a Corea del Norte para desafiar a EE. UU. Biden se hunde después
del debate con Trump, buscan reemplazarlo a toda costa; esto parece ser un
hecho consumado, porque todo es geopolítica. El regreso de los Obama al
escenario de la política mundial es un hecho.
EE. UU. quiere a China y Rusia fuera de
Latinoamérica. En el fondo, es una pugna por el control de los recursos
naturales. El mercado global se vitaliza por medio de la codicia de las élites
económicas globales. La economía de guerra es el lubricante para impulsar la
economía global, al menos así parece haberlo decidido las potencias. La
producción de armamento tiende a subir mientras exista demanda, con tres focos
bélicos activos en todo el orbe, y mientras los precios sean relativamente
altos. Europa está decidida a renacer sobre la base económica de una
conflagración mundial. Al surgir la escasez, el consumidor global está
dispuesto a pagar más por aquello que quiere adquirir, como terrenos,
alimentos, medicamentos y armas. Esto hace subir los precios nuevamente y
aumenta la producción a escala global.
La lucha por recursos naturales, materias
primas, bosques amazónicos, terrenos para construcción y reconstrucción masiva
desempeña el papel más importante en la política mundial. Para conseguir esto,
no importa utilizar la religión, la ideología y hacer que el hombre se
convierta en lobo del hombre. Sin embargo, la economía de guerra, una fase
superior al imperialismo, demuestre ser incapaz de frenar oportunamente el
apetito de lucro y ganancia de las élites globales. La producción y preparación
en masa para la guerra, más el ritmo de funcionamiento y control de los
factores externos del mercado, resultarán demasiado lentos para predecir el
impacto real de las consecuencias de una guerra global descontrolada. Las
depresiones económicas azotarán primero a Europa. Las crisis económicas y
estallidos sociales harán presa de la sociedad latinoamericana con todos sus
rigores.
La economía de guerra será inepta para
resolver los problemas de la decadencia global. Nadie puede ser civilizado en
una economía de guerra; es la ley de la jungla, sálvese quien pueda. Perderemos
nuestra humanidad, y el homo-bellum se apropiará de nuestro ser y nuestra
visión del mundo. Apaciguar el espíritu del homo-bellum es una misión
imposible. ¿Es necesario que esto ocurra? No lo creo. Existe un plan perverso
para incitar y configurar un escenario global, con una agenda 2030 muy bien
establecida. Nadie nos rescatará en las horas de mayor peligro; el reloj marca
casi la medianoche. La chispa puede encenderse en Medio Oriente, en los
Balcanes o en el continente americano, en cualquier parte. Lo cierto es que
nada volverá a ser como antes.