“La ventana rota” es una metáfora que usa
el economista francés Frédéric Bastiat en su ensayo "Lo que se ve y lo que
no se ve", para demostrar que los actos destructivos jamás son
beneficiosos para la economía, pese a que circunstancialmente pueden generar
alguna ventaja para un sector específico.
El cristal roto de una casa genera
trabajo para el vidriero, es verdad, pero impide que ese dinero se pueda usar
en actividades productivas. Esta simple demostración invalida por completo la
intervención estatal en la economía y alerta sobre lo pernicioso que puede ser
el gasto público innecesario y desmedido, la inversión en infraestructura sin
una correcta planificación, el gasto militar, las políticas de generación de
empleo a través de empresas estatales y especialmente, la falta de atención a
problemas económicos estructurales y la desviación de la atención a través de
proyectos superfluos y trucos mediáticos.
Los políticos son expertos en cristales
rotos. Gastan sin control en lo que se ve y descuidan lo que no se ve,
especialmente en la educación, en la salud, en el desarrollo de capital humano,
la promoción de la ciencia y la tecnología y otros aspectos altamente
productivos para una sociedad, con elevados réditos económicos. Privilegian el
corto plazo, se enfocan en la cosmetología y las consecuencias son nefastas,
tal como lo estamos viendo en Bolivia, luego de dos décadas de despilfarro en
proyectos sin ningún impacto en la calidad de vida de la gente.
Es tal la inconsciencia y la capacidad
destructiva de MAS, que defiende a capa y espada su modelo, que lo mantiene a
pesar de que las consecuencias negativas se acentúan, se multiplican y saltan
como pipocas cada vez que el gobierno hace un movimiento fallido.
La mejor prueba es la payasada que se
montó el pasado 26 de junio, dizque para subir la popularidad de Luis Arce.
Cómo será de inconsistente el conocimiento de economía del ex ministro, que no
fue capaz de advertir las graves consecuencias que desencadenaría su “búsqueda
de popularidad”. El “zuñigazo” no sólo ha acelerado la crisis económica, con el
incremento de la cotización del dólar y la falta de divisas, con el aumento del
“riesgo país” y el desincentivo a las inversiones, la caída del turismo y el
deterioro de contexto para hacer negocios, sino que ha empeorado la imagen del
gobierno y de Arce en especial.
Sabemos que el plan no termina con Zúñiga
preso y con el ministro de gobierno haciendo malabares para convencer de que
fue un golpe de estado. Los políticos siempre crean los problemas para plantear
ellos mismos las soluciones; son expertos en pescar en río revueltos y
especialistas en “romper ventanas” para sacar provecho de la reparación. En las
condiciones en las que está el país, es una apuesta muy arriesgada y corremos
el riesgo de dejar un país quebrado.
El “zuñigazo” no sólo ha acelerado la crisis económica, con el incremento de la cotización del dólar y la falta de divisas, con el aumento del “riesgo país” y el desincentivo a las inversiones, la caída del turismo y el deterioro de contexto para hacer negocios, sino que ha empeorado la imagen del gobierno y de Arce en especial.