Sorpresivamente, Estados Unidos y Venezuela
han reanudado el diálogo a pocos días de las elecciones en las que Maduro
espera ser reelegido, gracias al fraude, por supuesto. Sin embargo, esa
posibilidad está cada vez más lejana, pues según algunos pronósticos, la
oposición podría ganar con el 60 por ciento de los votos, lo que hace inviable
una trampa. Algunos aseguran que el dictador Nicolás Maduro ya tiene listas las
maletas para abandonar el país y Estados Unidos ha preparado un plan de
reactivación de la industria petrolera venezolana, que actualmente funciona a
menos de la mitad de su capacidad debido a la inoperancia de los chavistas. Con
la guerra en Ucrania, Venezuela se convirtió en un actor geopolítico
fundamental, razón por la cual Washington levantó algunas sanciones para
compensar la escasez de petróleo causada por la invasión rusa. Si la dictadura
cae, Venezuela asumiría un rol aún más importante en el mundo y Occidente
tendría mejores herramientas para combatir a Rusia, Irán, Corea del Norte y otros
países que se han envalentonado. El triunfo de Donald Trump sería la cereza en
la torta de ese plan.