Ojo Centinela

Bolivia y el absurdo mito de Sísifo

Bolivia y el absurdo mito de Sísifo
Roberto Méndez | Periodista
| 2024-08-21 00:38:54

En la mitología griega, Sísifo era un rey astuto y desafiante que engañó a los dioses en varias ocasiones. Su astucia y arrogancia le valieron un castigo eterno impuesto por Zeus: debía empujar una roca gigante hasta la cima de una colina, solo para que la roca rodara nuevamente hacia abajo, forzándolo a comenzar de nuevo en un ciclo interminable de esfuerzo y fracaso.

Este mito, que representa lo absurdo y el callejón sin salida, refleja nuestra situación actual en Bolivia, navegando en turbulentas aguas socialistas divididas en dos corrientes. Las propuestas de referendos, que no resuelven nada del Gobierno central, y los anuncios de guerra desde el Chapare, junto con la aparición de caballos de carrera camuflados en Cochabamba, contrastan con una oposición que no logra unir fuerzas para llevar esa pesada roca hasta la cima y cantar victoria de bienestar, tranquilidad y paz para nuestro país.

El mito fue resucitado por el filósofo francés Albert Camus en un ensayo que desafía nuestra percepción de la vida. En el corazón de la filosofía existencialista se encuentra una imagen poderosa y desalentadora: la del rey Sísifo, condenado a empujar una piedra inmensa cuesta arriba, solo para verla rodar de nuevo hacia abajo, repitiendo esta tarea inútil por toda la eternidad.

En Bolivia estamos así, pues no ha servido de nada que nos rebeláramos contra el fraude electoral de 2019, certificado por la OEA, y exigimos la renuncia del entonces presidente socialista Evo Morales, quien, contra viento y marea, había forzado un cuarto mandato. La caída del régimen también desenmascaró a los falsos ídolos, como el Vicepresidente Álvaro García Linera y toda la parafernalia que montaron para hacernos creer que se trataba del primer gobierno indígena en casi 200 años de vida republicana. En realidad, los propios “hermanos indígenas” fueron apaleados en la llamada masacre de Chaparina en 2011, cuando marchaban a La Paz exigiendo el respeto a la tierra y su territorio. Hoy, esa tierra está siendo saqueada por mercaderes del oro que vacían mercurio en las aguas que la nutren y dan vida.

Los indígenas solo sirvieron como pantalla para crear el llamado Fondo Indígena, que en realidad fue la caja chica del Movimiento al Socialismo para reproducir y mantener el poder. Como señala el escritor italiano Maquiavelo, "el fin justifica los medios", y se robaron alrededor de Bs500 millones.

Cuando los bolivianos creímos que nuestra historia iba a cambiar durante el gobierno transitorio de Jeanine Áñez, que representaba a la derecha o el capitalismo, el fantasma de la corrupción nos ahogó también con gases con sobreprecio comprados por el superministro Arturo Murillo, ahora preso en Estados Unidos.

Así, como el rey Sísifo, volvimos al socialismo y al punto de partida, empujando la roca hacia arriba con la esperanza de que el actual presidente Luis Arce tuviera la fórmula mágica para no seguir soportando el peso de la piedra. Pero hemos quedado estancados, endeudados al límite, sin dólares, sin combustible y con cacerolas vacías retumbando en las calles. Añoramos la aparición de un "Aladino" con su lámpara mágica que, en lugar de ofrecernos referendos para pelearnos más o guerra y conflictos desde el Chapare, nos conduzca hacia el encuentro y la esperanza.

Roberto Méndez | Periodista