Editorial

Sin norte y sin timón

En su desesperación por no encontrar soluciones efectivas para combatir la crisis económica, Luis Arce cambia de opinión constantemente...

Editorial | | 2024-08-28 00:10:00

En su desesperación por no encontrar soluciones efectivas para combatir la crisis económica, Luis Arce cambia de opinión constantemente. Un día asegura que todo marcha bien y acusa a la oposición de inventar problemas; al siguiente, reconoce algunas dificultades, atribuyéndolas al contexto internacional o al boicot de la derecha. En otras ocasiones, asume una postura dual, al estilo del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, culpando al cocalero Morales y tratando de desvincularse del "gobierno anterior".

En este ambiente de confusión y contradicciones, cualquier cosa puede suceder, y lamentablemente ya circulan algunas ideas descabelladas que, de implementarse, solo empeorarán la situación.

Hace unos días, durante una reunión entre el gobierno y algunos movimientos sociales, se propuso un régimen de control de divisas extranjeras, una idea que sembró pánico entre los actores económicos del país. Más tarde, esta propuesta sirvió como herramienta de chantaje para acallar las demandas de los empresarios, quienes siguen lidiando con la escasez de dólares y diésel, dos problemas que están lejos de resolverse.

La Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) ha presentado argumentos absurdos para limitar el uso de tarjetas de crédito en el exterior a 50 dólares por semana. Esta medida afecta gravemente a quienes necesitan dólares para importar insumos esenciales para sus operaciones. En Bolivia, la mayoría de los productos son importados, y sin divisas, la industria, el agro y todos los sectores se paralizan. La creciente protesta de gremiales, textileros, transportistas y farmacéuticos es prueba contundente de esta crisis.

El gobierno, en su miopía, atribuye el incremento de precios en los mercados a la avaricia y maldad de productores y comerciantes, negándose a reconocer que la crisis es consecuencia de sus propios errores e inoperancia. Como respuesta, ha intensificado los operativos de control de precios, reprimiendo a los vendedores y organizando cacerías de brujas en busca de agiotistas y especuladores. Estas acciones no solo generan miedo, sino que también propician la aparición de mercados paralelos y la corrupción de funcionarios inescrupulosos.

En lugar de tomar decisiones coherentes y responsables, Luis Arce propone la absurda idea de convocar a un referéndum, una maniobra que no resolverá la escasez de carburantes. Siempre hay una excusa para justificar la falta de abastecimiento, y esta vez, se disfraza de consideración hacia el pueblo, al que ha castigado sin clemencia.

La más reciente ocurrencia es la posible nacionalización de los surtidores. ¿Con qué objetivo? ¿Para eliminar las filas de camiones? ¿Para que el diésel brote como por arte de magia? El remedio sería peor que la enfermedad. Así estamos, a merced de un gobierno sin norte ni timón.