Resulta extraño que la dirigencia cruceña
reaccione de manera tan rápida y contundente ante los resultados del censo,
denunciando un fraude estadístico, mientras ha permanecido relativamente
apática durante meses de agobiante escasez de dólares y persistente falta de
combustible, dos problemas que afectan gravemente a la "locomotora"
de la economía boliviana. Esta inacción es aún más desconcertante si se
considera que estos problemas impactan de manera tangible en la vida cotidiana
de los ciudadanos y en la viabilidad de las empresas de la región.
Convocar a un paro cívico solo cuando hay
una reivindicación regional de por medio, no hace más que reforzar el estigma
que siempre se le ha atribuido a la dirigencia política cruceña, que sólo se
preocupa por lo suyo y que últimamente no ha sido tan drástica frente al
gobierno de Arce, quien sistemáticamente se niega a atender demandas de mayor
impacto en la vida de las personas, sus negocios y su trabajo. El censo es un
aspecto que atañe principalmente a los políticos, quienes manejan los recursos
y las representaciones que supuestamente perderá la población, un razonamiento
altamente discutible.
Concentrarse en la lucha por el censo,
además, le brinda un respiro al gobierno de Arce, que está desesperado por
encontrar cortinas de humo que le ayuden a desviar la atención de la agenda
política y mediática sobre la agobiante crisis económica, que sí ha desatado
una ola de protestas en el resto del país, reclamos a los que debió sumarse
oportunamente la “institucionalidad cruceña”. En los últimos meses, esta
institucionalidad ha sido cuestionada por su pasividad frente a los
comportamientos hostiles, ineficaces y distractivos de Arce contra Santa Cruz.
La persecución política y el ataque a los derechos humanos, los avasallamientos
y el acecho a los sectores productivos, que todavía agobian con fuerza a los
cruceños, prácticamente han quedado en el olvido.
Además, el departamento de Santa Cruz
literalmente se está quemando: millones de hectáreas están bajo fuego, un
problema que persiste desde hace meses y cuya respuesta por parte de las
autoridades ha sido nuevamente la insensibilidad y la desidia, actitudes que no
han merecido ni un solo comentario y mucho menos la protesta de quienes dicen
defender los intereses cruceños.
Santa Cruz tiene la fuerza para plantar cara al gobierno. Lo ha hecho muchas veces y esta vez urge hacerlo, no solo por el asunto del censo, que es algo menor en comparación con la inoperancia y mala voluntad de Luis Arce frente a la crisis económica que está empobreciendo a los bolivianos y a los cruceños, mucho más de lo que lo hará el fraude estadístico. Los problemas económicos están afectando los bolsillos de los ciudadanos sin distinción, pudiendo dejarnos sin comida, sin medicamentos, sin trabajo y la respuesta no puede ser ayudar a Arce a esconder estos problemas debajo de la alfombra.