Luis Arce intenta hacer realidad el viejo
sueño de los autócratas andinocentristas, que siempre han querido hacer
desaparecer a los cruceños. A finales de los años 50, el emenerrista Hernán
Siles Zuazo, ofrecía pasaportes gratuitos a todos los cambas que quisieran
emigrar, con la esperanza de que dejaran de reclamar por las regalías
petroleras, la causa que desató la rebeldía en esta región, que no se ha
detenido por más azotes que haya recibido de la
política altoperuana. El cocalero Morales hizo todo para cansar a los
cruceños y seguramente quería que se vayan, pero el que huyó fue él. Cuando se
produjo la mayor protesta por el censo en 2022, provocada por la negativa de
Luis Arce a llevar a cabo la encuesta, sus seguidores difundían la idea de que
los cambas son extranjeros y que deberían irse de la “tierra de los incas”
(palabras de Choquehuanca). Arce cree que gana cuando borra del mapa un millón
de habitantes de esta región, pero nadie se fija en el censo para emigrar a
Santa Cruz. Y el hecho de que no le quiten recursos y no le resten diputados a
otros departamentos no sacia el hambre de nadie y no impide que busquen adónde
irse.