La exposición a la contaminación ambiental puede manifestarse de diversas maneras, algunas de ellas sutiles pero importantes. Si te encuentras en un entorno con altos niveles de contaminación, los primeros signos pueden ser molestias respiratorias, tales como irritación en la garganta, tos seca, dificultad para respirar o silbidos al inhalar. Estos síntomas son causados por la inflamación de las vías respiratorias debido a la presencia de partículas contaminantes y gases tóxicos en el aire.
Otra señal a tener en cuenta es la irritación ocular. Si tus ojos comienzan a enrojecerse, lagrimear o presentar una sensación de ardor sin razón aparente, podría deberse a la presencia de partículas finas y productos químicos en el aire, que inflaman las membranas oculares.
Las personas con enfermedades respiratorias preexistentes, como asma o bronquitis crónica, pueden notar un empeoramiento de sus síntomas. Es posible que los inhaladores no resulten tan efectivos o que debas usarlos con mayor frecuencia en días de alta contaminación, lo que indica que el aire está exacerbando tu condición.
Dolores de cabeza persistentes, mareos o fatiga inusual también pueden estar relacionados con la inhalación de contaminantes como el monóxido de carbono, el cual reduce el oxígeno disponible en el cuerpo, provocando estos malestares.
Finalmente, algunas personas pueden presentar erupciones o irritación en la piel, ya que ciertos contaminantes pueden afectar negativamente la dermis. Si experimentas alguno de estos síntomas, es recomendable reducir la exposición al aire contaminado y buscar espacios con mejor ventilación.