El cáncer de cuello uterino, también conocido como cáncer cervical, es una enfermedad que se desarrolla en las células del cuello uterino, la parte inferior del útero que conecta con la vagina. Durante la década de 1950, en la época de Eva Perón, esta enfermedad se encontraba entre las principales causas de muerte por cáncer en mujeres. En ese entonces, la detección precoz era extremadamente difícil, y las opciones de tratamiento eran escasas, lo que se traducía en bajas tasas de supervivencia.
Diagnóstico y tratamiento en los años 50
En la etapa inicial del cáncer de cuello uterino, los síntomas suelen ser sutiles o incluso imperceptibles, lo que complica su detección temprana. Entre los síntomas más frecuentes se encuentra el sangrado vaginal anormal, que puede presentarse entre los períodos menstruales, después de la menopausia o tras las relaciones sexuales. Otras señales incluyen secreciones vaginales inusuales y dolor durante las relaciones sexuales. En etapas más avanzadas, el dolor pélvico y los problemas urinarios se vuelven más comunes.
En la época de Eva Perón, la detección del cáncer cervical se basaba en exámenes pélvicos y biopsias. No existía una prueba de detección sistemática como la prueba de Papanicolaou (Pap), que no se popularizó hasta años después. Esta prueba revolucionó la detección precoz al identificar cambios precancerosos mediante la recolección de células del cuello uterino, lo que permitió salvar innumerables vidas.
En cuanto a los tratamientos, en la década de 1950, las opciones eran limitadas. La cirugía, especialmente la histerectomía (extirpación del útero), era el tratamiento más común. En algunos casos, se utilizaba la radioterapia, pero la quimioterapia no estaba disponible como una opción estándar para tratar el cáncer de cuello uterino, lo que dejaba pocas alternativas, sobre todo en los casos avanzados.
Avances médicos en la actualidad
En el presente, los avances en la detección y tratamiento del cáncer de cuello uterino han transformado radicalmente el panorama de esta enfermedad. Hoy, es posible detectar el cáncer cervical en etapas muy tempranas gracias a la prueba de Papanicolaou y a la prueba del VPH (virus del papiloma humano), la cual identifica la presencia del virus responsable de la mayoría de los casos de cáncer cervical.
Además, la introducción de la vacuna contra el VPH ha sido un avance crucial en la prevención, reduciendo drásticamente la incidencia de esta enfermedad.
Los tratamientos actuales han evolucionado considerablemente. Además de la cirugía y la radioterapia, la quimioterapia se ha convertido en una opción terapéutica complementaria en casos avanzados. También, la terapia dirigida, que ataca específicamente las células cancerosas, ha abierto nuevas posibilidades para el tratamiento del cáncer cervical. Estos avances han mejorado significativamente las tasas de supervivencia y la calidad de vida de las pacientes. Hoy en día, cuando se detecta a tiempo, el cáncer de cuello uterino es altamente tratable y, en muchos casos, curable, marcando una diferencia notable con respecto a la época de Eva Perón. (Aníbal Romero Sandoval-Médico)