Editorial

Si nos dejan…

Todavía hay mentes obtusas que dicen no entender el modelo de desarrollo cruceño y los malintencionados dicen que en realidad Santa Cruz no lo tiene...

Editorial | | 2024-10-01 03:44:54

Todavía hay mentes obtusas que dicen no entender el modelo de desarrollo cruceño y los malintencionados dicen que en realidad Santa Cruz no lo tiene. A ambos se les puede conceder parte de la razón, porque a estas alturas de la historia no vale la pena discutir por posturas ideológicas, esquemas productivos o paradigmas de desarrollo. El mundo está dividido entre los estúpidos y los que, como diría Platón, han decidido dejar la caverna de la ignorancia, aunque les resulte incómodo. Además, han descubierto que la oscuridad es el camino más seguro a la miseria. ¿Acaso Bolivia no es el mejor ejemplo? ¿O debemos esperar a estar como Cuba para darnos cuenta?

El modelo cruceño es la libertad, palabra que les cuesta mucho entender a los “cavernícolas” (en sentido platónico) por lo que diremos que, mientras en Santa Cruz la palabra clave es “dejame”, en el occidente del país, en la Bolivia fracasada, la consigna es “dame”. La gente de esos lados nace con la mano extendida, pidiendo que el estado les dé todo, mientras que los cruceños, que se cansaron de esperar siquiera ser reconocidos por el estado, tuvieron que aprender a arreglárselas solos.

No deja de ser justo agradecer por ese gesto, pues ninguna región ha logrado el mismo resultado, sin necesidad de mendigarle a los dueños del poder, sin esquilmar a otros distritos y mucho menos someterlos como si fueran colonias, como hace el andinocentrismo con los departamentos productores de recursos naturales. Camiri quedó seco y no dejaron ni agua potable ni luz, sacaron todo el gas de Tarija y sólo quedaron los hoyos de los pozos, ejemplos que han seguido una trayectoria nefasta iniciada en Potosí y luego en Oruro, donde la miseria campea en medio de los “socavones de angustia”.

Cada vez que Santa Cruz se atrevió a reclamar un poco de lo suyo, las respuesta fue violencia, persecución, cárcel e incluso la invasión armada y campos de concentración. Es más, los cruceños ya llevan la marca del “separatismo” estampada por los centralistas y estatistas, mote que le ponen a cualquiera que se atreve a desafiar a los cultores del fracaso, que siempre ignoraron al oriente, mientras se mantenía como selva indómita, pero se volvió atractiva cuando fue capaz de convertirse en el motor de la economía nacional.

En resumidas cuentas, el modelo cruceño consiste en rogarle al estado para que lo deje construir sus propias carreteras y puentes, que lo deje sembrar más, que lo deje usar nuevas tecnologías que ayuden a aumentar la producción, que lo deje trabajar sin la amenaza constante de los avasalladores, que no le bloquee los caminos, que no le ponga trabas a las exportaciones, que lo deje construir una metrópoli hacia el Urubó y hacia todas direcciones, donde ponen el pavimento, abren los accesos y hasta edifican hospitales y escuelas sin pedirle nada al estado… solo que lo dejen.