Tribuna

¿Unidad pactada o unidad disputada? El gran dilema de políticos fracasados

¿Unidad pactada o unidad disputada? El gran dilema de políticos fracasados
Alberto De Oliva Maya
| 2024-10-15 21:01:00

Comencemos con un gran ¡CARAJO!. Se lo merece, porque mientras los masistas intentan distraernos con un expresidente pedófilo y un "Lucho Arce taxista", en un intento de emular la novela "Rolando Rivas taxista", nuestra mediocre y funcional oposición no se queda atrás. Entre sus filas, tenemos: un expresidente corrupto; otro expresidente, reconocido a nivel internacional, pero ignorado en el ámbito nacional; un gran empresario, exministro y vicepresidente de la Internacional Socialista que juega a ser liberal; y, finalmente, un gobernador secuestrado, quien fue un líder valiente en Santa Cruz, pero se ha convertido en un campeón de las meteduras de pata políticas, perdiendo toda credibilidad. Todos ellos nos venden la posibilidad de una Alianza Pactada.

La dignidad cruceña, esa que tanto proclamamos, parece ser el último obstáculo para estos "defensores de la democracia", que insisten en vendernos la tan mentada "Unidad Pactada". Para ellos, unidad significa repartir el pastel del poder como siempre: unos se quedan con ministerios, otros con empresas estatales, y todos felices, repartiendo el país como si fuera su hacienda personal. Viejas mañas, viejos líderes y el mismo circo de siempre. ¡Qué generosos son con sus “sacrificios” por Bolivia!

Y de la "Unidad Disputada" ni hablemos, porque es otro espectáculo más. Una retórica vacía donde los “líderes” pequeños y olvidados luchan por captar la atención de los peces gordos, buscando siempre un lugarcito en la foto, siempre y cuando alguien con dinero y peso político les ofrezca un asiento en la mesa. La verdad es que, si seguimos reciclando las mismas tácticas, vamos directo a otro fracaso predecible.

Es hora de que los cruceños dejen de ser la quinta rueda del carro y pasen de espectadores a protagonistas. Porque la dignidad cruceña no se negocia, mucho menos se reparte en cuotas de poder para que algunos sigan jugando a ser los salvadores de la patria.

La dignidad de nuestro pueblo se fundamenta en el derecho legítimo a ser reconocidos y valorados por lo que somos: una cultura rica y diversa que ha contribuido significativamente al progreso del país. Nuestra identidad exige un trato ético y justo, no solo por el respeto que merecemos, sino por el valor de nuestra contribución al bienestar común.

Nos enorgullece nuestro modelo económico, el motor del desarrollo nacional, impulsado por el esfuerzo de generaciones de cruceños. Reconocemos nuestras debilidades, como el regionalismo exacerbado, pero también hemos acogido a quienes llegaron de otras tierras, integrándolos en nuestros valores y forjando un proyecto colectivo que ha beneficiado a Bolivia.

Defender nuestra dignidad implica proteger a nuestra gente de los abusos del centralismo, que ha demostrado ser dañino para nuestros intereses y los de nuestros descendientes. Esta lucha no es solo un reclamo regional, sino un llamado a ser tratados con igualdad en el escenario nacional, donde nuestras voces sean escuchadas y respetadas.

La verdadera autonomía se logrará cuando podamos tomar nuestras propias decisiones, de manera libre y consciente, asegurando que cada cruceño tenga un trabajo digno que cubra sus necesidades básicas y le permita vivir con tranquilidad. No es solo una cuestión de desarrollo económico, sino de justicia y derechos humanos.

Sin embargo, si seguimos aceptando una unidad impuesta, en la que los cruceños sean relegados a un rol secundario, nuestra dignidad continuará siendo socavada. No podemos conformarnos con ser la quinta rueda de un carro que avanza solo cuando conviene a los intereses de unos pocos. Debemos reivindicar nuestro lugar como impulsores de un modelo económico que genera riqueza, alimentos y divisas para todo el país.

La vieja lógica del centralismo, con su control del poder político y sus prácticas de reparto de cuotas, ha demostrado ser un obstáculo para el verdadero progreso. La gestión de Jeanine Añez demostró cómo las instituciones fueron repartidas entre grupos de poder, perpetuando un sistema de intercambio de favores que solo lleva al estancamiento y al retroceso.

Camacho, quien inició el movimiento en 2019, cometió el error de aceptar parte del pastel: ministerios, empresas estatales, todo repartido. Carlos Mesa se hizo cargo del Órgano Electoral, posicionando a un presidente corrupto para asegurar la vuelta del MAS. Tuto Quiroga facilitó la salida de Evo y negoció con el MAS. Y Doria Medina, por su parte, se convirtió en el poder detrás del trono de Añez, en una apuesta fallida para la vicepresidencia. ¿Desprendimiento? Esa palabra no la conocen.

La "unidad disputada" es solo otro gesto vacío, una distracción que no aborda las necesidades reales del país. Aquellos que la impulsan carecen de recursos y fuerza política para enfrentar los desafíos de 2025. Muchos solo buscan asegurar su lugar en el poder, más preocupados por sus intereses que por un verdadero proyecto de transformación.

Es momento de que Santa Cruz asuma un rol protagonista en la política nacional. Debemos dejar atrás la mentalidad conformista que limita nuestras aspiraciones y reconocer que estamos capacitados para liderar con integridad y visión. Un líder que represente no solo nuestro modelo económico, sino nuestra identidad y nuestros valores.

Es hora de "cruceñizar" Bolivia, de llevar nuestra visión de progreso al resto del país y demostrar que estamos listos para liderar con dignidad y orgullo.

¡Por una Bolivia donde Santa Cruz sea más que una región próspera y se convierta en el referente de un futuro mejor!