Bajo el penoco

Bien educados

| 2024-10-19 08:00:00

Ojalá fuera cierto lo que dice el famoso libro “Padre rico, padre pobre”: que el sistema educativo enseña a los niños a ser empleados y no emprendedores. El libro asegura que los estudiantes aprenden a obedecer, lo que sería genial, siempre y cuando obedezcan a la persona correcta, como sus propios padres, quienes inculcan el valor del trabajo duro, o a los empresarios que generan riqueza, hacen las cosas bien y recompensan el esfuerzo de sus trabajadores. No todos pueden ser ricos, y montar empresas exitosas es cosa de unos pocos, aun cuando se den todas las condiciones y oportunidades inimaginables. Lo realmente dramático, y que ese best seller debería señalar, es que la escuela enseña a obedecer al estado, y lo hace tan eficientemente que la gente rara vez se queja, aunque el gobierno les vacíe los bolsillos, los maltrate o incluso los destruya. Además, enseña a odiar a quienes se esfuerzan y triunfan, tachando su éxito de egoísmo. Por si fuera poco, fomenta la peor versión del trabajador: el sindicalista, un parásito cómplice del estado que refuerza la idea de que alguien debe mantenerlo porque es su derecho natural. La educación crea ciegos y quien no lo quiera ver, o se niegue a entenderlo, es porque está bien "educado".