Editorial

Una denuncia muy grave

Israel ha acusado al gobierno boliviano de albergar bases del grupo terrorista Hezbollah, un hecho que, aunque desmentido repetidamente, genera preocupación.

Editorial | | 2024-10-25 08:34:58

En medio de los conflictos internos del MAS, la crisis económica y los bloqueos, una grave denuncia ha pasado casi desapercibida. Israel ha acusado al gobierno boliviano de albergar bases del grupo terrorista Hezbollah, un hecho que, aunque desmentido repetidamente, genera preocupación no solo por la estabilidad interna, sino por el lugar que Bolivia ocupa en el tablero internacional.

Esta denuncia no es nueva. Desde 2006, Bolivia ha estrechado sus lazos con Irán, país señalado por ser el mayor financiador de grupos terroristas en el mundo, incluidos Hezbollah y Hamas. Los acuerdos entre La Paz y Teherán han sido consistentes, especialmente en áreas como defensa, industria y energía, pero pocos han cuestionado a fondo el verdadero impacto de esta relación.

El reciente acuerdo de cooperación en materia de seguridad y defensa firmado en 2023 ha reavivado las sospechas y ha puesto nuevamente a Bolivia en el radar de las potencias internacionales. ¿Qué justificación puede haber el mantenimiento de lazos tan estrechos con un país que está en conflicto abierto con Israel y cuyo historial de apoyo al terrorismo es ampliamente conocido?

El gobierno de Luis Arce ha calificado las declaraciones de Israel como "irresponsables e infundadas", pero estas denuncias se suman a una serie de evidencias inquietantes. Las afirmaciones de que Hezbollah y otros grupos radicales tienen presencia en Bolivia no son producto de especulación, sino de información proporcionada por los servicios de inteligencia israelíes, que han ayudado a interceptar actividades de estos grupos en otros países de América Latina, como Brasil, Argentina, Perú y México. La embajadora israelí en Costa Rica, Mijal Gur Aryeh, ha sido clara: la amenaza es real, y Bolivia forma parte de una red de apoyo que incluye a Venezuela y Nicaragua.

Lo más preocupante de esta situación es la opacidad del gobierno boliviano respecto a su relación con Irán. En 2007, bajo el gobierno de Evo Morales, Bolivia fue el único país de Sudamérica en reanudar relaciones con Teherán, lo que resultó en una serie de acuerdos y la apertura de la embajada iraní en La Paz. Desde entonces, Irán ha consolidado su presencia en Bolivia, expandiendo su embajada y financiando proyectos que van desde la instalación de hospitales en El Alto hasta la creación de la empresa televisiva Abya Yala, ligada a medios iraníes.

La relación con Irán pone a Bolivia en una posición internacional comprometida y potencialmente peligrosa. El gobierno argentino, bajo la presidencia de Javier Milei, ha reforzado la seguridad en la frontera con Bolivia, alertado por la posible presencia de tropas iraníes en territorio boliviano y los riesgos asociados a los acuerdos firmados en 2023 en materia de defensa.

La cuestión aquí no es solo la posible presencia de Hezbollah en Bolivia, sino el silencio y la falta de transparencia del gobierno boliviano en sus relaciones con Irán. La negativa rotunda de la Cancillería a aceptar cualquier tipo de investigación o cuestionamiento sobre estas denuncias solo aviva las sospechas.

La cuestión aquí no es solo la posible presencia de Hezbollah en Bolivia, sino el silencio y la falta de transparencia del gobierno boliviano en sus relaciones con Irán. La negativa rotunda de la Cancillería a aceptar cualquier tipo de investigación o cuestionamiento sobre estas denuncias solo aviva las sospechas.