No es la primera vez que Evo Morales y sus secuaces bloquean el país, sitian ciudades e impiden el paso de suministros. En su lucha por imponer el narcopoder, el cocalero mantuvo interrumpidas las principales carreteras durante más de un mes en los años 80 y 90, pero nunca se había visto un desastre semejante como el que estamos presenciando en estos días de asedio, que han expuesto a millones de ciudadanos a una crisis humanitaria sin precedentes.
o podemos dejar de mencionar que es la primera vez que se produce un bloqueo para defender la bragueta de un pedófilo, lo que representa la mayor degradación moral que se haya visto en la historia del país. Este fenómeno va de la mano con el mayor retroceso en materia económica, provocando daños irreversibles a la estructura productiva boliviana y postergando, quizá para siempre, las posibilidades de desarrollo de Bolivia.
No es necesario ahondar demasiado para señalar que este bloqueo desnuda, como ningún otro evento, la extrema dependencia del extractivismo. Durante 19 años en el poder, el MAS ha profundizado esta fragilidad, acentuando la condición de país monoproductor. Nos ha vuelto mucho más débiles que antes, al punto de que, con la caída de la industria gasífera y la sujeción a las importaciones de combustibles, la economía corre el riesgo de paralizarse en cualquier momento, especialmente cuando se produce una interrupción de la cadena de suministros, como la que hemos estado experimentando. A esto se le suma, por supuesto, la crónica inoperancia del Estado masista y la dantesca corrupción, dos factores que no hacen más que agravar la situación.
En menos de diez días, las principales ciudades han quedado desabastecidas. Salvo Santa Cruz, que produce casi todo lo que consume y suministra a otras regiones, el resto del país muestra una vulnerabilidad extrema en la provisión de alimentos. Este es el resultado de la política del MAS de desincentivar la producción, alentar el contrabando, promover actividades delictivas y premiar a los campesinos para que dejen la pala y el azadón y se dediquen a pisar coca, a convertirse en mulas de los narcos, a avasallar tierras y a volverse peones de la narcodictadura.
Estamos viendo las consecuencias de tanta hostilidad hacia los productores, tanto abuso contra los agricultores, especialmente los del oriente boliviano. No hay qué comer, no hay dólares para importar, no hay diésel para transportar comida ni bienes y pronto no habrá ni trabajo ni dinero para comprar lo más esencial, todo esto como consecuencia del incremento de la inflación.
Los mayores daños del régimen no solo han sido el derroche y la desinstitucionalización, sino habernos convertido en un país de importadores, dependientes de todo. Hasta la papa y la cebolla vienen de afuera, y mucho peor aún, el MAS ha sumido a Bolivia en un estatismo más profundo. ¿Dónde están las empresas estatales para paliar esta emergencia? ¿Dónde está ese Estado todopoderoso para auxiliar a la gente? Hoy tenemos una estructura cinco veces más grande, más costosa y mucho más inútil que antes, que solo sirve para sangrar recursos públicos que deberían ser utilizados por los mismos ciudadanos para salir de la pobreza.
Estamos viendo las consecuencias de tanta hostilidad hacia los productores, tanto abuso contra los agricultores, especialmente los del oriente boliviano. No hay qué comer, no hay dólares para importar, no hay diésel para transportar comida ni bienes y pronto no habrá ni trabajo ni dinero para comprar lo más esencial, todo esto como consecuencia del incremento de la inflación.