La primera clave que nos permite comprender el sentido de las enseñanzas de Cristo sobre la Providencia es la siguiente frase: "Busquen, pues, primero el Reino y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6,33).
La segunda está en Romanos 8,28: Por lo demas, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio.
Dios se nos muestra interesado en que busquemos comprender cuál es la voluntad para cada uno de nosotros y a su vez Él nos da los medios para realizarlos, pues a fin de cuentas, todo se trata de buscar expandir su reino en la tierra.
El abandono todo lo simplifica, el abandono total en sus manos es lo que hace que su voluntad se vaya manifestando en nosotros.
“La confianza en la Divina Providencia es la fe firme y viva de que Dios puede y nos ayudará. Que Él nos puede ayudar es evidente, porque Él es Omnipotente.
Que Él nos ayudará es cierto, porque Él, en muchos pasajes de la Sagrada Escritura, prometió y fue fiel a todas sus promesas”. (Santa Teresa de Calcuta).
Para Santo Tomás la providencia es «ratio ordinandorum in finem» (la razón de las cosas que deben ser ordenadas al fin). En la medida en que se busque cumplir la voluntad de Dios, abandonar toda búsqueda de seguridad o de cumplir nuestro propio deseo, que llegamos a querer lo que Dios quiere, pues en esa medida Dios se manifesta prodigiosamente providente.
Dios es padre, y sabe lo que es mejor para nosotros, nos cuida con su Amor y nos provee de aquello que realmente nos hace falta para nuestro fin último: la santificación.
En la medida en que oramos, leemos la Biblia, seguimos las enseñanzas de la Iglesia y obramos el bien, vamos comprendiendo más cuál es la voluntad de Dios para con nosotros. Es un seguimiento que lleva toda la vida, pero Él se manifiesta, nunca defrauda. Dios con nosotros. (Religioso y periodista)
