Un infarto cardíaco, también conocido como infarto de miocardio o ataque al corazón, es una emergencia médica grave que ocurre cuando se bloquea el flujo sanguíneo hacia una parte del corazón. Esta obstrucción impide que el músculo cardíaco reciba el oxígeno que necesita para funcionar correctamente. Sin este oxígeno, el tejido cardíaco comienza a dañarse rápidamente y, si no se restaura el flujo sanguíneo con prontitud, el músculo afectado puede morir.
La causa más frecuente de un infarto es la acumulación de placa en las arterias coronarias, formada por grasas, colesterol y otras sustancias. Con el tiempo, esta placa puede romperse, generando un coágulo que bloquea el paso de la sangre. En otros casos, el infarto puede ser causado por espasmos en las arterias coronarias, a menudo relacionados con el consumo de tabaco o drogas.
Los síntomas varían, pero el más común es un dolor o presión en el pecho que puede irradiarse al brazo izquierdo, la mandíbula, la espalda o el cuello. Otros signos incluyen dificultad para respirar, sudoración, náuseas, mareos y una sensación de fatiga extrema.
Ante cualquier sospecha de infarto, es crucial buscar atención médica de inmediato. La intervención temprana, ya sea mediante medicamentos o procedimientos como la angioplastia, puede reducir significativamente el daño al corazón y aumentar las probabilidades de recuperación.