Donald Trump retorna a la Casa Blanca. Este artículo no se trata sobre quién es o ha sido el mejor candidato a la Presidencia. Tampoco se trata de las políticas de izquierda o de derecha, o de los demócratas y los republicanos, o de Donald Trump o Kamala Harris. Se trata de lo que significa un segundo mandato de Trump para la democracia en el mundo. Habrá otra ocasión para comentar sobre sus políticas económicas.
El partido republicano actual de los EE.UU. está atrapado por Trump. El “Trumpismo” no es el partido conservador del ex presidente Ronald Reagan cuyos principios entre otros, eran la libertad económica, política y social, el respeto a las leyes y al Estado, y la posición férrea al comunismo/ socialismo y, con ello, la seguridad nacional. Tal es la diferencia o el riesgo de apostar por Trump que la revista conservadora y tal vez más prestigiosa del mundo – The Economist – le dio su apoyo institucional a Kamala Harris, no le dio a Trump.
Donald Trump ha mostrado más hostilidad hacia la democracia estadounidense que cualquier otro presidente en la historia del país. Su desdén por la ley es sorprendente. Antes de ser Presidente, como empresario defraudó al fisco. Fue condenado por abuso sexual (con jurado consensuado aceptado por Trump para velar por la imparcialidad. Será la primera persona condenada judicialmente que logre ser Presidente; inimaginable). Como Presidente quiso influir, ilegalmente, para conseguir votos en las elecciones del 2020 en el estado de Georgia. Instigó directamente la invasión al Capitolio en enero del 2021. Luego se llevó a su residencia documentos secretos y otros de la Casa Blanca. Todo lo mencionado y más no lo digo yo. Para todo existen pruebas fehacientes. Tal es así que el senador, Mitch McConnell, líder del partido republicano en esa cámara, calificó al Trump como “estúpido y malhumorado”, un “ser humano despreciable” y “narcisista”. El General de la Marina estadounidense John Kelly, quién fuera jefe de despacho del ex presidente, reveló que el exmandatario republicano elogió a Adolf Hitler durante su presidencia y ponía la lealtad personal por encima de la Constitución.
Trump es “transaccionista”, no tiene principios ni conceptos claros; hace negocios con quien convenga sin importar si respetan la democracia, los derechos humanos o comprometan la seguridad nacional. El “republicano” tiene sintonía con dictadores como el ruso Vladímir Putin y el norcoreano Kim Jong-un. Tiene también afinidad con líderes europeos autócratas como Victor Orbán de Hungría. En su primer mandato fue condescendiente con dictadores/autócratas de la región como Rául Castro, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, o Evo Morales (este último asumió el poder y la DEA dejó el país bajo la administración republicana de George W. Bush). La verdad es que desde hace mucho tiempo Latinoamérica, ni qué decir Bolivia, no es importante para EE.UU, excepto México por ser frontera y la consecuente migración.
Ahora bien. ¿Cómo sería un segundo mandato de Trump? El sistema político del país sobrevivió apenas a su primer mandato y es comprensible que muchos estadounidenses se pregunten hasta qué punto sería diferente un segundo mandato. Realmente podría ser diferente. Desde el 2016, se tienen 8 años más de conocer el pensamiento y comportamiento de Trump; además de que ahora está mucho mejor posicionado para lograr sus objetivos. Sus asesores están investigando la lealtad de los candidatos para puestos de trabajo, tratando de excluir a los republicanos del establishment que podrían resistirse a sus deseos. Trump tendría mayoría en ambas cámaras del Congreso y el poder judicial mostrará más afinidad aún que hace ocho años. ¿Cómo podría afectar la institucionalidad en estos próximos cuatro años?
1. Enjuiciar a los críticos. Trump ha prometido utilizar el Departamento de Justicia para castigar a sus oponentes políticos si vuelve a ser presidente, incluso con “sentencias de prisión de larga duración”. Trump ya anunció que despedirá fiscal que empuja dos casos federales en su contra: la retirada y divulgación de los documentos secretos de la Casa Blanca y la insurrección del 6 de enero del 2021. Dos casos sumamente serios para toda una nación, pero favorables a él. En tres semanas se dicta la sentencia sobre el caso de abuso sexual que se llevó a cabo con un jurado aceptado por él, pero casi con certeza, no será enviado a la cárcel.
2. Silenciar a los críticos de otras maneras. Trump también podría intentar utilizar sus poderes regulatorios para dar forma al discurso público. Ha sugerido que NBC, MSNBC y CBS merecen perder sus licencias de transmisión debido a su cobertura crítica sobre él.
3. Recompensar a los aliados y donantes de campaña. Elon
Musk sería el mejor y más evidente ejemplo.
4. Reemplazar a los empleados federales con leales. Al
final de su primer mandato, Trump emitió una orden ejecutiva que le dio el
poder de despedir y reemplazar a decenas de miles de trabajadores federales,
incluidos economistas, científicos y expertos en seguridad nacional. El
presidente Biden rescindió la orden. El despido masivo de empleados federales
podría permitirle utilizar el gobierno para sus caprichos personales.
5. Socavar las políticas previamente promulgadas. En lugar
de intentar derogar las leyes a las que se opone, Trump y sus aliados han
sugerido que podría simplemente “incautar” fondos, ignorando en la práctica
leyes que el Congreso aprobó anteriormente. Un ejemplo: podría intentar
bloquear el dinero para energía limpia.
6. Ampliar el poder presidencial y reducir la independencia de las agencias federales, incluida la Reserva Federal y el FBI.
Una lectura más completa de su programa y enfoque de gobierno, a pesar de que los republicanos niegan y Trump ha tratado de distanciarse, es el Proyecto 2025 (ha leído el lector ese Proyecto?). El ejercicio de la democracia no ha sido perfecto ni por demócratas ni republicanos. Pero el comportamiento antidemocrático de Trump es de un orden de magnitud diferente. Pretender lo contrario es un falso equilibrio.
Al final, “Es su decisión”, decía Abraham Lincoln en una de sus citas clásicas. “Si deciden dar la espalda al fuego y quemarse el trasero, entonces tendrán que sentarse sobre sus ampollas”, concluía. Las elecciones son sobre su futuro, sobre su identidad y sobre la dirección del experimento americano cuando van a cumplirse dos siglos y medio desde la independencia de EE.UU. Las ampollas, sin embargo, pueden brotar esta vez en todo el mundo.
Uno de los más infelices legados del MAS, sino el mayor, es la degradación de los valores culturales y, con ello, la destrucción de las instituciones a través del incumplimiento de la Constitución. Tienen aire de dictadores que destruyen naciones y que lo hacen si no encuentran resistencia. Trump podría dejar el mismo legado.