Con tres años de retraso (ese es el tiempo que llevamos haciendo cola para comprar diésel y buscando dólares), Luis Arce ha llamado a todos los sectores de la sociedad para buscar soluciones ante la crisis. Lo interesante es que, esta vez, sus amigotes del Pacto de Unidad, integrado por las mafias políticas que lo ayudan a (des) gobernar, le han dado permiso para que convoque a los malvados cambas oligarcas, a los sucios empresarios y a los bribones sectores productivos.
Ya conocemos todos los trucos que usa el
mandatario para confundir a la población. Lo que busca es ponerle un nuevo
nombre a la crisis económica y, especialmente, encontrar nuevos culpables, ya
que nunca admitirá que él y su modelo, del que tanto se jacta, son los únicos y
exclusivos responsables de la calamidad que vive la población, que no puede
trabajar, estudiar, movilizarse ni hacer nada porque ya no hay plata para
importar combustible.
Hoy pretende culpar de la crisis, de las
colas en los surtidores, de la falta de dólares, de la inflación, de la caída
de la producción de gas y del próximo desastre que se avecina en la cosecha y
el abastecimiento de comida, a los 24 días de bloqueo que el gobierno dejó
transcurrir sin contratiempos y que, irresponsablemente, decidió encarar con la
fuerza pública en la última semana.
Lo curioso es que la escasez de diésel y
gasolina, que se ha acentuado en los últimos días, no ha sido ocasionada por
los bloqueos, pues ambos productos vienen en su mayoría de Argentina y
Paraguay, destinos que han estado totalmente abiertos al paso.
Si el gobierno continúa con engaños y
mentiras, y sobre todo, con su enfermiza actitud de evitar la toma de
decisiones, la crisis continuará ahogándonos sin piedad. Lo cierto es que el
gobierno no tiene plata; no hay suficiente para comprar el combustible
indispensable para mover la economía del país. Por doloroso que sea, va a tener
que adoptar medidas de fondo; de lo contrario, la situación tenderá a empeorar.
Pero si hablamos de sacrificio, el primer
paso lo tiene que dar el Estado. La insostenibilidad de Bolivia no solo pasa
por el subsidio a los carburantes, sino también por la persistencia de un
modelo económico prebendalista, derrochador e improductivo. El sector público
necesita una cirugía mayor: reducción del gasto, cierre de empresas estatales,
cancelación de las nuevas aventuras estatistas y eliminación de todas las
restricciones que ha inventado el MAS para bloquear la iniciativa privada e
incentivar el estatismo que nos ha llevado a la quiebra.
El MAS creó un Estado enemigo de la
producción, de las inversiones y del sector privado. Si realmente Arce quiere
cambiar el rumbo catastrófico que se inició en 2006, va a tener que desmantelar
todo el aparato institucional y legal que bloquea la generación de riqueza y
que cada día sepulta las posibilidades de reactivación. Si el exministro de
Economía se niega a cambiar y hacer un giro radical, todo lo que haga será un
show barato y repetitivo.
El primer paso lo tiene que dar el Estado. La insostenibilidad de Bolivia no solo pasa por el subsidio a los carburantes, sino también por la persistencia de un modelo económico prebendalista, derrochador e improductivo. El sector público necesita una cirugía mayor: reducción del gasto, cierre de empresas estatales, cancelación de las nuevas aventuras estatistas y eliminación de todas las restricciones que ha inventado el MAS para bloquear la iniciativa privada e incentivar el estatismo que nos ha llevado a la quiebra.