A Luis Arce se lo ve muy cómodo. "Pancho", dirían coloquialmente en Bolivia. Ni siquiera menciona la catastrófica crisis del país. Parece que no ve las largas filas para conseguir combustibles. Tal vez lo considera normal. Nadie sabe.
Esperó más de 20 días para reaccionar
ante los bloqueos del cocalero Morales, quien también está muy tranquilo, a
pesar de que los analistas políticos aseguran que está acorralado y a punto de
ir a la cárcel.
Según el propio Arce y las autoridades
que han hablado del tema, la culpa de la calamitosa situación la tienen los
bloqueos del pedófilo. Cuando las rutas estaban cerradas, aseguraban que miles
de camiones cisterna estaban esperando para pasar con el combustible y
abastecer a las ciudades y el campo, pero, tras una semana de levantados los
cortes, ha pedido diez días más para normalizar el abastecimiento. "No se
entiende", diría el ciudadano de Orinoca.
Los agropecuarios no están bromeando ni
exagerando. Si no hay diésel, si no hay siembra, si no hay cosecha, no habrá
comida. Ya hemos visto claramente lo que ocurrió recientemente: en la primera
semana de bloqueos, varias ciudades del país quedaron desabastecidas, los
precios se dispararon y la gente padeció angustias. Esa situación puede
volverse indefinida si no se toman medidas urgentes. La agricultura no espera,
hay un tiempo perentorio para cultivar. No se pueden postergar las cosas; la
demora genera un círculo vicioso y las consecuencias serán nefastas.
Pese a ello, Luis Arce hace esperar a los
dirigentes agropecuarios. Les pide permiso a sus patrones, las mafias políticas
que le marcan el libreto, para reunirse con los sectores productivos. Les exige
que vayan a La Paz y luego los hace esperar una semana para atender sus
demandas, que no necesitan ni audiencia ni reunión. El planteo es muy simple:
si no se actúa ya mismo, la hambruna dejará de ser cosa de africanos y cubanos
y se instalará en Bolivia de manera permanente.
Pero Arce no parece conmovido por esta
realidad. Está más preocupado por su agenda política, de seguir manipulando la
justicia, de anular las elecciones judiciales, organizar espectáculos para
recibir aplausos, armar escándalos en el Congreso y asistir a reuniones
absurdas, como lo hizo hace poco, en medio del sufrimiento del pueblo boliviano.
Cada minuto que pasa, la crisis se
acentúa, generando aumento de precios, lo cual significa más pobreza, caída de
la producción y pérdida de empleo. Hace tres años que el país está bloqueado,
no solo por los permanentes cortes de carreteras, sino por todos esos miles de
camiones cargados que no pueden circular, por millones de toneladas de
productos que no pueden llegar a destino, micros paralizados, chicos que no
pueden ir a la escuela, negocios que se cierran. Tal vez Arce tiene un as bajo
la manga, una varita mágica de la que brotarán las soluciones. Las estamos
esperando.
Luis Arce sigue sin reaccionar ante la crisis de combustible en Bolivia, mientras el país enfrenta desabastecimiento y bloqueo agrícola. A pesar de la urgencia de tomar medidas inmediatas, Arce prioriza su agenda política, agravando una situación que amenaza con profundizar la pobreza y el colapso económico.