Tribuna

Pérdida de los principios y valores ciudadanos

Pérdida de los principios y valores ciudadanos
Ovidio Roca | Columnista
| 2024-11-14 00:11:20

"La libertad (el derecho) de uno termina donde comienza la libertad (el derecho) del otro": Locke, Smith, Montesquieu y Hayek.

Diferentes políticos y analistas, desde sus propias perspectivas, explican el origen de nuestro comportamiento social y cultural. Carlos Marx nos decía: "No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social (su práctica social) es lo que determina su conciencia". Es decir, yo soy mis circunstancias.

Toda práctica social y política tiene una base cultural y de vida. Este comportamiento se nutre de la historia y la ideología de cada pueblo. En el marco de la democracia, un buen ciudadano trabaja para vivir en paz y progresar, y solo puede hacerlo en un Estado democrático que promueva la libertad, la paz y la armonía social. La responsabilidad ciudadana, que es la esencia de la democracia, implica que todo ciudadano se relacione con la comunidad en lo social, económico y político, comprometiéndose con ella, cumpliendo sus obligaciones y respetando los derechos ajenos.

Principios y valores ciudadanos

Nos dice Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mis circunstancias". Nuestros valores sociales y económicos son fruto de nuestras circunstancias y de los procesos sociopolíticos. Las acciones de las personas y sus efectos, tanto útiles como negativos, configuran un conjunto de normas y valores de comportamiento social. A través de su desarrollo y transmisión en el entorno familiar y comunitario, se va conformando un sistema de creencias y valores que orienta y regula la vida de la sociedad.

En el populismo cocalero, los ciudadanos viven con temor a la autoridad y están sujetos a permanentes presiones, sobornos y coimas. Por ello, usan toda clase de atajos para sortear la prepotencia de los caciques y la casta burocrática, todo con el fin de sobrellevar la ausencia de un Estado de derecho.

Para sobrevivir bajo el modelo populista cocalero, la mayoría de las personas practica una economía primaria y extractivista, de bajo nivel tecnológico, en un ambiente de corrupción y cultura autoritaria. En este gobierno masista, con la ausencia de institucionalidad, seguridad jurídica y un ambiente de anomia, muchas personas se ven obligadas a dedicarse a actividades informales para conseguir ingresos, generalmente a través del cultivo de coca, el contrabando y trabajos precarios.

Pérdida de principios y valores éticos y democráticos

Ante la falta de oportunidades de vida y trabajo dignos en el Estado Plurinacional, lamentablemente estamos perdiendo el rumbo correcto de la sociedad. Cada día vemos la decadencia de los principios y valores éticos y democráticos, y la implantación de los valores populistas y masistas que la población adopta para sobrevivir.

Los líderes masistas ofrecen lo que tienen: Lucho ofrece acceso a los privilegios del Estado y las subvenciones, y Evo, acceso a la coca y sus beneficios. Ahora que el Estado está quebrado y se acaba el dinero y las "pegas", nuevamente repunta Evo y la coca.

Como consecuencia, el modelo populista cocalero se ha arraigado. La corrupción se ha vuelto una práctica extendida en el manejo del Estado, y las personas ven en la corrupción la única salida para sobrevivir, considerando que ya no existe espacio para la gente decente, la ética personal o el respeto a las leyes y normas de convivencia democrática. Esta es la forma de vivir y actuar de gran parte de la población boliviana, y es algo que debemos cambiar.

Cultura del populismo cocalero

El Estado cocalero chapareño que manda en Bolivia es autónomo e independiente del Estado Plurinacional, antes República de Bolivia. El escudo de la Federación de Cocaleros del Chapare grafica claramente sus objetivos: Un manto blanco, sobre éste una gran hoja de coca, y entrecruzados un machete y un hacha. Esto define claramente su meta: hacer dinero con la toma de tierras, la tala de bosques, la siembra de coca y la producción de polvo blanco.

Leí en el diario El Día que un experto internacional en materia de corrupción que visitaba Bolivia llegó a la conclusión de que: "En este país es imposible reducir la corrupción a cero, y recomendó no hacerlo de manera radical, pues el país caería en un caos".

Este experto opinaba que los sobornos, las coimas y los atajos que el boliviano toma en su vida cotidiana son los modos que ha encontrado para sobrevivir, sortear la burocracia, sobrellevar la debilidad del Estado y sobrevivir ante la ausencia de institucionalidad y oportunidades de trabajo dignas.

Para nosotros, los demócratas liberales, la solución debe ser integral: cambiar de raíz el modelo populista cocalero, su cultura, y erradicar a todos sus dirigentes. Si no cambiamos a la gente con este comportamiento populista, estamos perdidos.

Ante esta crítica situación, lo más lamentable y peligroso es que los ciudadanos hemos perdido la voluntad de defender nuestras vidas, nuestros derechos y los de nuestras familias. Con esta actitud blandengue y derrotista, nos condenamos a continuar soportándolos por siempre.

ovidioroca.wordpress.com

Ovidio Roca | Columnista