Las elecciones presidenciales del 28 de julio marcaron un hito en la historia de Venezuela. No solo porque Nicolás Maduro no ha podido comprobar su victoria, sino porque los ciudadanos hicieron lo impensable: recolectaron más de 24.000 actas de votación que comprueban la victoria del opositor Edmundo González.
El proceso no fue sencillo. Mucho menos los días que siguieron a la elección, con más de 2.000 detenidos, 25 muertos y un sinnúmero de exiliados.
“El candidato que nos va a permitir entrar por fin al siglo XXI, Edmundo González, obtuvo 2.220 votos”, se escucha en uno de los videos recogidos en el documental Todos lo saben, que recopiló parte de lo ocurrido los días 27, 28, 29 y 30 de julio en Venezuela.
EL TIEMPO conversó con Alejandro Hernández, director del medio independiente La Gran Aldea, que presentó este proyecto que narra lo sucedido a través de la mirada de los protagonistas: los votantes y los líderes de oposición. La pieza audiovisual está disponible en su sitio web y a través de su canal de Youtube.
—¿Qué es lo que saben los venezolanos?
—Ese nombre lo escogimos porque hasta el último venezolano que hay en el pueblo más recóndito, e incluso en el país más lejano del planeta, sabe que Edmundo González ganó las elecciones del 28 de julio. A pesar de la propaganda del aparato comunicacional del gobierno y a pesar del fraude, todo el mundo sabe lo que pasó en Venezuela: Maduro se robó las elecciones.
—¿El mundo está convencido de que Maduro perdió las elecciones?
—El mundo y las democracias del mundo lo han hecho saber. Incluso aliados históricos del chavismo como Lula o como Petro, no les ha quedado más remedio que decir que hasta que no demuestren con actas en mano -como hizo la oposición-, no lo van a reconocer.
—¿Qué se puede ver en el documental?
El documental se puede dividir en varios aspectos. Por un lado, muestra la convicción de la gente de un cambio pacífico y que se reflejó en la capacidad que tuvieron los venezolanos para organizarse, para defender el voto, para conseguir la milagrosa acción de tener las actas y que María Corina Machado pudiera salir en 24 horas a decir: «miren aquí está, nosotros ganamos por este porcentaje».
Del otro, el documental refleja la frustración del robo, pero además te muestra el dolor que ha creado la migración en la familias más pobres.
Siento que el documental ayuda a derribar algunos mitos. Por ejemplo, que los pobres están con el gobierno no es verdad. Quienes protagonizan el documental son familias pobres de sectores muy populares emblemáticos de la ciudad capital que se organizaron para defender el voto.
El documental te muestra el deseo y la esperanza de seguir luchando porque se respete lo que pasó el 28 de julio.
—¿Cómo lograron hacerlo sabiendo las limitaciones que implica hacer periodismo en Venezuela?
Esas dos historias son la columna vertebral del documental que, por supuesto, también tiene declaraciones de María Corina Machado, Juan Pablo Guanipa y otros protagonistas políticos como Corina Yoris.
El documental no tiene créditos al final porque los productores, editores, camarógrafos y demás, tenían miedo de poner sus nombres porque pueden ser víctimas de las retaliaciones o la represión del gobierno.
—¿Cómo tener esperanza si pareciera que nada va a cambiar y que Maduro se va a juramentar como presidente?
—Eso es un trabajo que tienen los protagonistas políticos. Gente como María Corina Machado -que es la líder de todo este proceso- y que ha dado un testimonio de valentía al seguir en Venezuela.
La sociedad venezolana no puede abandonar el deseo de que el cambio se dé, porque existe un registro, una prueba de que se votó y que se reafirmó que el chavismo es una minoría.
—¿Cómo lograr que el periodismo sea más que ese registro del día y se convierta en esa prueba necesaria para el futuro?
—Con la labor que hacen los periodistas venezolanos de tratar de que se visibilicen los temas importantes en Venezuela. Que el aparato propagandístico del gobierno no lo tape y evite tiene mucho mérito. Hay que verle la cara a los riesgos que representa para todos hacer periodismo dentro del país, y de alguna manera nos hemos convertido en un pequeño contrapeso para ese inmenso aparato de desinformación que tiene el gobierno de Maduro.
El periodismo lo que tiene en estos tiempos de valentía y de esfuerzo es centrarse en lo importante, sin arriesgar la vida y la libertad. Centrarse en lo importante, en los temas que son sensibles y que son los que el gobierno quiere tapar.