No debería sorprender lo que está haciendo Luis Arce para mantenerse en el poder, convertirse en el único candidato del MAS (y seguramente del país) y continuar más allá de 2025, con fraude, con suspensión de elecciones o como fuera. Todo puede suceder. Mantendrá el modelo económico, las prebendas, los subsidios, el derroche; incrementará el gasto público y, por supuesto, no tocará ni un pelo de las empresas públicas, los elefantes blancos y la monstruosa cantidad de supernumerarios que tiene el gobierno y que le cuestan más de 20 millones de dólares diarios a los bolivianos. Eso es una enorme crueldad con Bolivia, pues no le importa destruirlo, convertirlo en una nueva Cuba, con tal de perpetuarse en el poder. ¿Para qué? Nadie sabe, pues hasta el momento Luis Arce no ha demostrado más que habilidades demoledoras, cuando ya se ha hecho urgente una reconstrucción económica e institucional del país. Arce parece dispuesto a practicar austeridad, pero lo hará quitándole el pan de la boca a los más débiles, a las personas de la tercera edad que cobran la renta dignidad. Para ahorrar unos centavos, miles de adultos mayores se quedarán sin un ingreso valioso y muy necesario para este sector tan vulnerable.