Amparo Carvajal, la presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, fue premiada por el Departamento de Estado de EEUU “por su incansable lucha a favor de las víctimas de violaciones a los derechos fundamentales”.
En su discurso de premiación Carvajal reafirmó su compromiso con la búsqueda de justicia y la verdad. “El callar es lo mismo que mentir, hay que gritar la verdad, que se busca y se encuentra”, expresó emocionada. Añadió que su trabajo ha sido un ejemplo para las nuevas generaciones, destacando la importancia de construir una sociedad basada en la armonía, la justicia y el respeto mutuo.
Se refería con su declaración al sacerdote jesuita Luis Espinal, asesinado en 1980, que solía decir lo mismo: “callar es lo mismo que mentir”.
El premio se lo entregó Anthony Blinken, secretario de Estado.
Junto con Carvajal fueron premiadas también otras siete personas, en el marco del Día Internacional de DDHH, que recuerda la aprobación de la declaración de NNUU sobre los derechos humanos.
Carvajal, nacida en España, llegó a Bolivia en 1971, el mismo año en que el general Hugo Banzer asumió el poder tras un golpe de Estado. Conmovida por los excesos cometidos durante esa dictadura, Carvajal se comprometió a defender a las víctimas de tortura, desaparición y otros abusos. En 1976, fundó la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), que se convirtió en un bastión de resistencia frente a las violaciones de derechos humanos, recordó La Voz de América.
A sus 85 años, Carvajal sigue liderando la APDHB, una organización que presta servicios legales y apoyo a las víctimas y sus familias. A pesar de su avanzada edad y su batalla contra el cáncer, Carvajal mantiene su lucha intacta.
En junio de este año, realizó una vigilia de 51 días a la intemperie en la sede de la APDHB en La Paz después de que esta fuera tomada por ocupantes masistas que se negaban a desalojarla. Su resistencia pacífica logró que los activistas del MAS salieran, pero el acuerdo también implicó que Carvajal y su equipo salieran de la entidad.
El trabajo de Carvajal fue destacado por Blinken, quien señaló: “Cuando los ocupantes finalmente aceptaron abandonar su organización, Amparo dijo, y cito: ‘Me sentí fortalecida porque nunca me vendí’, lo que se puede decir de toda su vida”.
Juana Ruiz, la otra latinoamericana premiada, fue homenajeada por su trabajo en defensa de los derechos de las mujeres sobrevivientes de violencia de género en Colombia. Ruiz dirige la Asociación para la Vida Digna y Solidaria (ASVIDAS), una organización que apoya a las víctimas del conflicto armado en su país.
Ella misma vivió en carne propia la violencia del conflicto: en marzo del año 2000, su comunidad en los Montes de María fue desplazada completamente por grupos paramilitares. Ruiz recuerda con dolor los abusos sexuales cometidos contra mujeres de su comunidad, lo que marcó el inicio de su labor humanitaria.
Ambas mujeres fueron parte de un grupo de ocho galardonados de diferentes países, incluidos activistas de Azerbaiyán, Birmania, Suazilandia, Ghana, Kuwait y Kirguistán.
Durante la ceremonia, la subsecretaria de Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos, Uzra Zeya, elogió el coraje y la resiliencia de los premiados, quienes frecuentemente enfrentan amenazas, acoso, encarcelamientos injustos y otros riesgos debido a su labor, dijo la Voz de América.
Durante el evento, Dafna Rand, secretaria asistente de la oficina de democracia, derechos humanos y trabajo del Departamento de Estado, hizo un llamado a valorar el trabajo de las organizaciones civiles y a mantener la esperanza en un futuro más justo.
“Celebremos a las sociedades civiles fuertes y a las personas que, con tenacidad y persistencia, continúan construyendo un mejor mañana para todos”, expresó Rand, resaltando la importancia de la labor incansable de figuras como Carvajal y Ruiz en la lucha por los derechos humanos.