Como suele pasar en el mundo periodístico, solemos ver que la novedad hace que lo viejo sea menos noticioso y, queramos admitirlo o no, hasta nos acostumbramos a lo malo.
Estos últimos años se han caracterizado por la prolongación de situaciones que antes hubiesen sido impensables: guerras continuadas; ingeniería social buscando normalizar lo impensable (y lográndolo en algunos sectores); migraciones forzadas; persecución y búsqueda de eliminar lo cristiano, aún con más saña; continua propaganda comunista “woke”; aprobaciones de leyes que dan superioridad y privilegios a unos grupos sobre otros, en nombre de la igualdad; grotescos espectáculos públicos, en especial en presencia de niños; letras de reguetón cada vez más vulgares; fiero activismo contra la vida; escándalos de la farándula y la política que han destapado inmensas ollas podridas, etc. Y podría seguir y seguir, aunque de todo, las guerras siguen siendo unas de las más preocupantes.
Como cristianos podemos dedicar este tiempo de adviento a pedir a Dios para que este año entrante sea un año de cambio y conversión, un año en el cual el mundo entre en una nueva etapa de paz, y para que seamos iluminados por la gracia de Cristo, para que Él nos ayude a hacer nuestra parte.
Ya lo he mencionado anteriormente, pero hoy lo repito, porque lamentablemente sigue pasando: siempre que publico en mis redes mensajes del tipo “haz, Señor…” estos tienen más de cien me gusta, pero cuando publico mensajes tipo “ayúdame a hacer mi parte” estos siempre, siempre, tienen menos, y eso siempre me ha parecido triste. Dice un viejo dicho: más importante que una persona dando cien pasos es que cien den uno.
Dejo esto como reflexión de preparación para recibir el año nuevo: ¿De verdad, de verdad, asimilo que el cambio comienza por mí, por el paso que puedo dar, por el bien que puedo hacer o sigo esperando que una fuerza externa lo cambie todo? El Amor de Dios capacita, nos da la gracia, pero es cuestión de comenzar por pedirla, ese es siempre el mejor primer paso. Ninguna oración queda sin respuesta. Que Dios reavive nuestro espíritu, nuestra conciencia, y nos ayude a dar el paso. Dios con nosotros