Son semanas decisivas para el futuro de la guerra a gran escala de Rusia contra Ucrania. Queda un mes para la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y la alarma sobre la hipótesis de que reduzca el apoyo a Kiev aumenta. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha pedido este jueves en Bruselas “unidad” entre Europa y Washington ante la agresión rusa. “Es muy difícil mantener el apoyo a Ucrania sin Estados Unidos”, ha reconocido el ucraniano, que ha participado en la cumbre que los jefes de Estado y de Gobierno de la UE celebran en Bruselas. Los aliados europeos luchan por mantener el suministro de defensa para Kiev para que llegue a una negociación de paz con Rusia —que cada vez se ve menos imposible— desde una posición de mayor fuerza. La prioridad ahora es aumentar los envíos de sistemas de defensa aérea y afianzar los programas de entrenamiento a las tropas ucranianas.
La UE ha prometido apoyar a Ucrania el tiempo que sea necesario . Pero eso puede ser cada vez más difícil si Washington relaja su sostén. Además, Kiev y un creciente grupo de Estados europeos buscan que haya ciertas “garantías de seguridad” para el futuro de Ucrania. Un elemento difícil sin Washington. Un paraguas que puede ser desde la membresía a la OTAN hasta el despliegue de tropas europeas sobre el terreno, como ha vuelto a plantear estos días el presidente francés, Emmanuel Macron. Un grupo de países del G-7, a los que se han sumado otros, como España y Polonia, firmaron ya acuerdos bilaterales de “compromisos de seguridad” ante el rechazo de la Alianza a garantizar a Kiev su entrada, pero esos pactos son principalmente garantías de sostén económico prolongado.
Ahora se habla de algo mucho más tangible. Los líderes y representantes de siete países aliados de la OTAN (Alemania, Italia, Polonia, Dinamarca, Francia, Reino Unido y Países Bajos), el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y la de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se reunió el jueves por la noche con Zelenski en una cita organizada por el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, para apuntalar una postura fuerte de los aliados europeos, aseguran fuentes comunitarias.
Se trata, además, de un conflicto en suelo europeo que ha puesto en jaque la seguridad el continente. “Esta guerra no se trata solo de Ucrania, de Europa; se trata del derecho internacional, que debe prevalecer y la invasión debe ser derrotada”, ha incidido el presidente del Consejo, António Costa, en su primera cumbre de la UE.
El objetivo, acelerar la ayuda
El objetivo es acelerar la ayuda en un momento especialmente crítico, tanto en el frente de batalla como en el tablero geopolítico global. Pero las recetas para lograrlo son diferentes. Y más a medida que el ambiente se abre a una hipotética negociación de paz hacia la que Trump ya ha presionado. Reino Unido se comprometió en la cita de anoche a aumentar el entrenamiento de militares ucranianos y la UE, a apuntalar la infraestructura energética del país invadido ante un invierno que aún se prevé más duro por los ataques de Rusia.
“La guerra dura ya mucho tiempo, ha costado innumerables vidas”, dijo este jueves el canciller alemán, Olaf Scholz. “Debemos garantizar el apoyo a Ucrania a largo plazo”, ha añadido el líder alemán, que explicó que ha pedido a los europeos que consideren qué más pueden hacer para que Kiev “pueda defender su independencia y soberanía”. El socialdemócrata, sin embargo, sigue oponiéndose a enviar a las tropas ucranianas los misiles de largo alcance alemanes Taurus.
Pero también hay riesgo en activar las conversaciones sobre el futuro. “Cualquier impulso para entablar negociaciones demasiado pronto sería un mal negocio para Ucrania”, ha advertido este jueves la alta representante de Política Exterior y Seguridad, Kaja Kallas, a su llegada al Consejo Europeo (el órgano que reúne a los líderes europeos), el últimos antes de la toma de posesión de Trump. “Todos los demás actores del mundo están observando atentamente cómo actuamos en ese caso, por lo tanto: debemos ser fuertes”, ha remarcado.