Los izquierdistas suelen poner de ejemplo a las ricas naciones europeas cuando se les pide un sólo caso que demuestre que el socialismo no es el camino más directo al desastre.. Por décadas, casi todos los países del viejo mundo han sido gobernados por socialdemocracias, pariente muy cercano del marxismo, que defiende el estado de bienestar y que se resume en: todo gratis, todo subsidiado, mucho ecologismo, paz y amor a lo hippie, reducción de la jornada laboral, vacaciones pagadas, nada de familia ni hijos, puertas abiertas a la inmigración ilegal, feminismo, agenda woke, brócoli y galletitas de avena. Postdata: que los chinos se encarguen de producir, los norteamericanos de la seguridad y los rusos de proveer el gas para no morir de frío. Resultado: la única economía próspera y prometedora, que jalaba al resto de Europa está en graves apuros. Hablamos de Alemania, el país que lo ha probado todo, incluido el liberalismo que lo sacó de la ruina que dejó la guerra. Lamentablemente volvieron a incurrir en el error y las consecuencias son nefastas. La economía no crece, está anémica y todo tiende a empeorar si no hacen cambios urgentes.