El 6 de diciembre se transmitió por YouTube un larguísimo (casi cinco horas) diálogo inadvertido. Moderado por el español Txema Sánchez, cercano a Cuba y Venezuela, participaron conspicuas personalidades de las dos alas del MAS. Estuvieron Hugo Moldiz y Ninoska Durán (cónsul en Miami) del arcismo; Adolfo Mendoza y Raúl García Linera del evismo, además de Nardi Suxo y Sonia Brito, embajadoras del presidente Arce hasta anteayer nomás. Asistió también la prestigiosa Nila Heredia, exministra de Salud de Evo y parte del ELN de antaño.
Hubo dos internacionalistas más: el chileno Francisco Domínguez, residente en el Reino Unido y secretario de la Campaña de Solidaridad con Venezuela en suelo inglés, y Max Lioce, Coordinador nacional del Colectivo Cuba Va (Italia). La audiencia internacional de la izquierda procubana está atenta al desangramiento del MAS.
Hugo Moldiz protagonizó la intervención estelar. Es un vocero de peso y, a la vez, informal del arcismo. Claro que su entusiasmo por encontrar a sus examigos se expresó en los poco más de cinco minutos de su tiempo que cedió. Pero valió la pena lo que dijo.
Moldiz relató que hubo tres intentos de conciliar a los discordes del MAS. El primero, dirigido por Cuba, Venezuela y Nicaragua; el segundo, encargado por el Grupo de Puebla al maltrecho expresidente argentino Alberto Fernández; y el tercero liderizado por el canciller de Maduro, Jorge Arreaza, durante los bloqueos de Evo Morales en octubre pasado.
Moldiz se reservó expresamente detalles de las negociaciones, pero dijo que habría tiempo para revelar la responsabilidad de quiénes impidieron que prosperasen esos buenos oficios internacionales, en clara alusión a Evo Morales. También hubo lugar para las críticas al manejo económico del Gobierno de Arce, repelidas por Moldiz en sus cinco minutos, como queriendo tararear a Víctor Jara: “la vida es eterna en cinco minutos”.
El tono del diálogo fue respetuoso. García Linera elucubró acerca de la “indianitud”, sin la habilidad de su hermano. También introdujo la peculiar tesis de que Evo ha “somatizado” en sus carnes el proceso político que da tumbos después de 20 años. Fue una curiosa inmersión de García Linera en los lugares comunes de izquierda, pero esta vez batidos con tropos de la biotipología de Kretschmer. Esta estuvo en boga hace más o menos unos 100 años, pero es siempre susceptible de ser desenterrada. Esta vez sirvió para darle un giro chic a los sentimientos filiales de Raúl por Evo.
García Linera no se limitó a ofrecer su corazón a Evo. También hizo un llamado a quienes tengan influencia en los liderazgos de ambos bandos masistas. Su súplica es que cabildeen para que se detenga el suicidio del MAS por reyerta. García Linera advirtió que, si no, viene un régimen como el de Jeanine Añez, en versión recargada.
Así, los esfuerzos por restaurar la unidad del MAS no están desahuciados. Moldiz debe concederles, a regañadientes, cinco minutos de su agenda y Raúl García Linera modera su usualmente excitado verbo, con mediación internacional, para revertir esta feroz guerra civil partidaria.