Javier Milei cuidó todos los detalles al extremo. Quería enviar un doble mensaje: a Edmundo González Urrutia, la certeza de que cuenta con todo el apoyo del Gobierno argentino, y al régimen de Nicolás Maduro, la enésima confirmación de que la Casa Rosada no cederá un milímetro.
"Estamos haciendo lo que la causa de la libertad requiere, ni más ni menos", dijo el presidente argentino al recibir este sábado en la sede del gobierno a Urrutia con todos los honores y el protocolo propios de un presidente electo.
Milei cedió el protagonismo a Urrutia, embajador en Argentina entre 1998 y 2002, que salió antes que nadie al histórico balcón de la Casa Rosada para desatar la euforia de un par de miles de venezolanos que se habían concentrado en la Plaza de Mayo.
"¡No tenemos miedo, no tenemos miedo!", gritaban los exiliados antes de unirse en un cántico sin ambigüedad: "¡Presidente, presidente!". Se estima que son cerca de 200.000 los venezolanos exiliados en Argentina.
González Urrutia llegó acompañado por su esposa, Mercedes López, y por el ex alcalde de Caracas Antonio Ledezma. Milei recibió al líder venezolano junto a su canciller, Gerardo Werthein, y a su hermana, la secretaria general de la Presidencia Karina Milei.
"Uno de los momentos más emocionantes que he vivido", dijo Urrutia acerca de su salida al balcón frente a la Plaza de Mayo, el mismo desde el que saludaron todos los presidentes argentinos y figuras tan diversas como Eva Perón, Diego Maradona o Madonna. Milei fue generoso y empático con Urrutia en esos momentos de emoción.
"La Argentina no será cómplice del silencio frente a las injusticias y los atropellos del régimen de Maduro. Nuestra postura es clara: libertad, justicia y democracia para todos los venezolanos", dijo Milei a Urrutia, a todas luces víctima de un fraude en las últimas elecciones presidenciales y reconocido por Argentina como presidente electo.
En una visita a la Cancillería argentina, Urriutia fue contundente cuando se le preguntó si estará en Caracas el 10 de enero, día del inicio del nuevo período presidencial: "Por cualquier medio que sea. Voy a estar allá".
"Gracias, Argentina, gracias, presidente Javier Milei por todo su apoyo a nuestra causa. ¡Falta poco!", escribió María Corina Machado, la mayor líder opositora y jefa política de Urrutia.
En la Plaza de Mayo, en un día de calor devastador, exiliados venezolanos compartían la esperanza de González Urrutia.
"Del 10 de enero espero que llegue la libertad, para así regresar a Venezuela, porque ese es el sueño de todos los que estamos aquí; no migramos por gusto", dijo Michael Cobo, un ingeniero de software venezolano que vive hace siete años en Buenos Aires, a "La Nación".
Tras la reunión de Milei y Urrutia, el gobierno argentino señaló que en el encuentro "se discutieron iniciativas concretas para promover la estabilidad en la región y se reafirmó el compromiso de la Argentina con los valores republicanos y el bienestar de sus ciudadanos".
En un mensaje previo en vídeo, el líder venezolano se refirió a la situación de los colaboradores de Machado que permanecen en la embajada argentina en Caracas, hoy bajo custodia de Brasil tras la decisión de Maduro de expulsar a todos los diplomáticos argentinos.
"Enviamos un cordial y afectuoso saludo, en especial a todos los presos políticos y a los asilados en la embajada argentina en Caracas; esa es y será nuestra preocupación en todas las reuniones que sostendremos", dijo Urrutia a través de las redes sociales.
El líder argentino y el líder venezolano trataron, además, "la detención ilegal del gendarme argentino Nahuel Gallo a manos del régimen chavista, acto que la Organización de los Estados Americanos (OEA) calificó como un crimen de lesa humanidad".
Lo paradójico del caso del gendarme retenido por el régimen venezolano es que puso a Milei frente a una gran contradicción: tras meses criticando al sistema de organismos internacionales, con las Naciones Unidas (ONU) a la cabeza, el presidente argentino buscó ayuda en esas mismas organizaciones que denostaba.
Milei hizo una enfática declaración, semanas atrás, laminando a la Corte Penal Internacional (CPI) y anunciando que no cumpliría la orden de detención internacional que pesa sobre Benjamin Netanyahu. Ahora recurre a la CPI, ante la que presenta una denuncia contra el fiscal Tarek William Saab.
También recurre a la OEA y recibe el apoyo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En simultáneo, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, libra una batalla en redes sociales con el régimen de Maduro, al que amenaza insistentemente con que se atenga "a las consecuencias".
Lo cierto es que Bullrich es la máxima jefa de la Gendarmería Nacional, cuya dirección de Recursos Humanos autorizó el viaje de Gallo a Venezuela para visitar a su novia, un error de bulto. Victoria Villarruel, la vicepresidenta enviada al destierro político por Milei, lo hizo notar.
Más allá de las amenazas de Bullrich, el gobierno argentino está maniatado, depende de la silenciosa mediación de Brasil, con cuyo presidente Milei no se habla, y la recepción con todos los honores a González Urrutia, que también se ve este sábado en Montevideo con el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, solo puede complicar aún más la situación. Como en tantos otros temas, Milei confía en que una vez superado el 20 de enero, su socio político Donald Trump lo ayude.
Argentina sostiene que la detención de Gallo es un caso de "detención arbitraria" y "desaparición forzada", ya que no se conoce su paradero ni a disposición de qué autoridad judicial está detenido, ni por qué cargos. El gendarme tampoco pudo comunicarse con las autoridades de la Argentina, destaca "La Nación". La detención de Gallo, añade Buenos Aires, "constituye una violación grave y flagrante de los derechos humanos, evidenciando un patrón sistemático de crímenes de lesa humanidad que se están cometiendo en la República Bolivariana de Venezuela, los cuales se encuentran claramente bajo la jurisdicción de la CPI".