Editorial

Paciencia con Venezuela

Editorial | | 2025-01-10 00:10:00

En el tablero geopolítico de América Latina, Venezuela se ha convertido en un caso paradigmático de resistencia autoritaria y aislamiento internacional. Su situación recuerda patrones históricos de otros regímenes autocráticos, como el cubano. Sin embargo, frente a este escenario, la democracia debe demostrar que su fortaleza radica no solo en la acción contundente, sino también en la paciencia como valor fundamental.

El caso cubano es un ejemplo ineludible. Desde el intento fallido de Estados Unidos de derrocar al régimen de Fidel Castro en 1961 con la invasión de Bahía de Cochinos, ha quedado claro que las salidas violentas contra las dictaduras suelen ser contraproducentes. Aquel episodio no solo fue un desastre sino que también consolidó al gobierno cubano, que utilizó la agresión externa como combustible para su narrativa de resistencia. Lecciones similares se pueden extraer de la invasión de Panamá en 1989, un evento que dejó cicatrices profundas y cuestionamientos sobre la legitimidad de las intervenciones armadas en la región.

La dictadura de Nicolás Maduro apuesta a la polarización y al discurso de la lucha armada para legitimarse. Los regímenes autocráticos a menudo buscan provocar respuestas violentas de sus opositores o de la comunidad internacional, porque esto les permite afianzar su control y desacreditar a quienes los desafían y en ese sentido, Venezuela busca convertirse en la Corea del Norte de Latinoamérica.

A pesar del rechazo generalizado de la comunidad internacional, incluso de gobiernos de izquierda que habían sido aliados, Maduro se mantiene en el poder. ¿Cómo es posible que un gobierno tan cuestionado y aislado pueda sostenerse? La respuesta parece residir en una mezcla de control interno represivo y una narrativa externa que busca justificar su existencia.

Este 10 de enero es una fecha crucial para Venezuela. Mientras el país atraviesa una crisis humanitaria, económica y política sin precedentes, la paciencia internacional debe prevalecer. Un colapso del régimen no es solo una posibilidad, sino una cuestión de tiempo. Las sanciones, el aislamiento y la presión diplomática están debilitando las estructuras internas del chavismo. A medida que estos factores erosionan su capacidad de supervivencia, se hace evidente que una salida violenta, con su alto costo en vidas humanas y destrucción, sería un error histórico.

América Latina, reconocido como uno de los continentes más pacíficos del mundo, ha demostrado que los cambios estructurales profundos no se logran mediante la violencia, sino a través de la resistencia organizada, la diplomacia y el tiempo. Las dictaduras tienen un ciclo de vida finito y las democracias deben apostar a su colapso natural en lugar de caer en provocaciones que sólo fortalecerían a los autócratas.

La paciencia no es sinónimo de inacción. Es una estrategia activa que requiere persistencia, creatividad y colaboración internacional. Frente a la dictadura venezolana, el camino no está en la fuerza bruta, sino en mantener el cerco diplomático y económico, fortalecer a la oposición interna y trabajar para que la transición, cuando ocurra, sea lo más ordenada posible.

El régimen de Maduro tambalea, no por la amenaza de una intervención militar, sino por el peso insostenible de su propia ineficiencia y aislamiento. La historia demostrará que la democracia no solo puede vencer a la tiranía, sino que también puede hacerlo sin renunciar a sus principios fundamentales.