La pandemia de COVID-19 dejó cicatrices profundas en el mundo, cobrando la vida de millones de personas y destacando historias individuales que reflejan tanto el impacto del virus como el legado de quienes partieron. Una de estas historias es la de Ann Sullivan, una destacada animadora y colorista estadounidense que trabajó en algunos de los mayores clásicos de Walt Disney Animation Studios. Su muerte el 13 de abril de 2020, a los 91 años, marcó el fin de una vida dedicada al arte y a la magia de la animación.
Ann Sullivan nació el 10 de abril de 1929 en Fargo, Dakota del Norte, en un entorno humilde que alimentó su pasión por el arte desde una edad temprana. Tras graduarse de la Escuela Secundaria Central en Fargo, decidió perseguir su sueño en la Escuela de Arte Chouinard en Los Ángeles, una institución que formó a muchas de las figuras más influyentes en el mundo del entretenimiento.
Su carrera comenzó en la década de 1950, cuando ingresó a Walt Disney Studios como parte del departamento de pintura y tinta, un equipo clave en la creación de películas animadas. Sullivan participó en títulos icónicos como Peter Pan y La bella durmiente, contribuyendo al minucioso proceso de coloreado a mano sobre acetatos que daba vida a los dibujos animados.
Sin embargo, Sullivan decidió pausar su carrera a finales de los años 60 para centrarse en su familia, una decisión que marcó un interludio en su trayectoria profesional. Fue en la década de 1970 cuando decidió regresar a la animación, enfrentando una industria que estaba en plena transición hacia las técnicas digitales. En los años 80, se reincorporó a Disney y trabajó en películas emblemáticas como El rey león, La sirenita, La bella y la bestia, Aladdín y El jorobado de Notre Dame.
Mientras Sullivan dejaba una marca indeleble en el cine, el mundo enfrentaba desafíos sin precedentes. A finales de 2019, el COVID-19, causado por el virus SARS-CoV-2, emergió en Wuhan, China, y se convirtió rápidamente en una crisis global. Este virus, altamente transmisible, impactó especialmente a poblaciones vulnerables como los ancianos, entre los que se encontraba Ann Sullivan.
El COVID-19 se propagó principalmente a través de gotas respiratorias, facilitando su transmisión rápida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia el 11 de marzo de 2020, justo un mes antes del fallecimiento de Sullivan. En ese momento, Estados Unidos enfrentaba un rápido aumento en los casos, lo que puso una presión sin precedentes sobre su sistema de salud.
Sullivan, quien residía en el Motion Picture and Television Fund, un centro de cuidado para trabajadores de la industria del entretenimiento en Woodland Hills, California, contrajo el virus en medio de este difícil contexto. Su muerte, atribuida a complicaciones por COVID-19, reflejó la vulnerabilidad de los adultos mayores en esta pandemia.
A lo largo de su carrera, Ann Sullivan no solo destacó por su talento, sino también por su capacidad de adaptación. Fue testigo de la transición del coloreado manual a las técnicas digitales y trabajó junto a algunos de los talentos más brillantes de Disney, dejando un legado artístico invaluable.
El impacto de la pandemia fue global y multifacético, revelando profundas desigualdades sociales y de acceso a la salud. Mientras algunos países desarrollados lograron implementar programas de vacunación masiva a finales de 2020, otras regiones del mundo enfrentaron dificultades para acceder a las vacunas, perpetuando el sufrimiento de millones.
La historia de Ann Sullivan, aunque profundamente personal, es un recordatorio del alcance humano de la pandemia. Su muerte pone un rostro a las estadísticas y destaca la importancia de recordar a quienes, como ella, contribuyeron al arte, la cultura y la sociedad de maneras significativas.
A pesar de su trágico final, el legado de Sullivan sigue vivo en las películas que ayudó a crear, historias que continúan encantando a generaciones. Su vida y su obra son testimonio de resiliencia, creatividad y amor por el arte, un legado que perdurará mucho después de que la pandemia se haya convertido en historia.