En mi artículo pasado mencioné que no sabía hasta el momento de escribir esas líneas qué iba a pasar respecto a la lucha que se está dando actualmente. Ya lo vimos: liberaron en cuestión de horas a María Corina Machado, y Nicolás Maduro se juramentó, invocando a las “potencias santeras”, de Venezuela, dejando de lado a Dios. Esto último me parece excelente, porque, al haberse asociado con las entidades con las que lo ha hecho, quedará demostrado el poder de Dios con más grandeza (Lc 10.18-20).
La misma María Corina lo dijo, en uno de los
mensajes que envió por redes: la lucha no es solo política, es también contra
fuerzas oscuras. En Venezuela es, sencillamente, un secreto a voces, que sus
funcionarios recurren a pactos con entidades oscuras para mantenerse en el
poder. Mucho de lo que se ha dicho, me consta, por algunas cosas que vi
personalmente, y otras que me ha contado gente seria cercana a estos círculos.
También hay publicaciones de periodistas que han hecho investigaciones y
testimonios como los del celebérrimo padre Palmar.
El hecho es que hasta la fecha, la lucha
sigue, y ellos siguen jugando a la represión, abuso brutal de los derechos
humanos más elementales, incluyendo encarcelamiento de menores de edad. La
oposición sigue exhortando a que no nos desanimemos, a pesar de que no se dio
lo que anunciaron, respecto a la juramentación del presidente electo.
Sí, es una lucha espiritual, no cabe duda. Y
como nosotros sí estamos invocando al Señor de los Ejércitos, no dudo en que
esto llegará a un buen término respecto a una depuración espiritual de un país.
Puedo dar fe de que sacramentales como la medalla de San Benito, conocida por
literalmente espantar demonios, por mencionar uno solo, han aumentado
exponencialmente.
Fuera del país, he visto como muchos
venezolanos han redescubierto su fe: en el templo menos pensado de cualquier
país latinoamericano se encuentra ahora aunque sea un mínimo cuadro de alguna
devoción venezolana, especialmente la Virgen de Coromoto. Como maracucho me
sentí muy orgulloso de ver que en la casa de Santa Rosa de Lima hay una réplica
del retablo de la Virgen de Chiquinquirá, no la de Colombia, sino la de mi
Maracaibo.
En conclusión: Pese a que no se dio la juramentación de Edmundo, la que hizo Maduro me pareció que nos traerá, más temprano de lo que podemos pensar, algo muy positivo. Gracias Maduro, por haber querido dejar, del bando de los tuyos, al Dios vivo y verdadero fuera de la ecuación, sinceramente ¡Gracias!, con eso ha dejado muy claro quién es quién en Venezuela, y de qué lado obrará el Altísimo cuando decida hacerlo. Nosotros, orantes, decimos ¡Dios con nosotros!