El cocalero Morales insiste en afirmar que no abandonará el país y que enfrentará en Bolivia lo que califica como una persecución judicial en su contra, derivada de las denuncias de abuso sexual a una menor de edad, caso que se tramita en un juzgado de Tarija. Ni tonto que fuera ya que el territorio nacional no solamente goza de la amplia protección de sus seguidores, entre ellos, supuestos sicarios del narcotráfico, según lo ha denunciado el gobierno. El ex mandatario es soberano indiscutible en un amplio territorio donde la policía y los militares están de adorno y se encuentran amenazados de expulsión si es que hacen algo en contra del monarca. Por si fuera poco, el sistema judicial es permisivo con él, su proceso marcha a paso de tortuga, el gobierno amenaza una y otra vez, pero se niega a cumplir una orden de detención, mientras el ciudadano de Orinoca se burla con certificados médicos falsos. Su seguridad está blindada en Bolivia, mientras que en el exterior su vida se le puede complicar, desde que Estados Unidos decidió declarar a las organizaciones de narcotraficantes como terroristas.