La comunidad artística boliviana y el público que disfrutó de su talento, lamentó el fallecimiento del destacado violinista Simón Aguape, quien tras una prolongada enfermedad, dejó este mundo dejando una huella imborrable en el arte y en generaciones de estudiantes. Simón, oriundo de Urubichá, provincia Guarayos, fue un referente musical que desafió las dificultades de su entorno y se convirtió en un maestro ejemplar, llevando su pasión por la música y su amor por la enseñanza a todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo.
Su legado como artista y educador perdurará en cada acorde de su violín y en cada lección que compartió, tanto en las aulas como fuera de ellas. La comunidad artística y educativa expresa sus más sinceras condolencias a su familia, mientras recuerdan su dedicación y el impacto que dejó en la música nacional.
Simón Aguape, quien comenzó a tocar el violín a los 12 años, desafiando las expectativas tradicionales, se destacó por su incansable esfuerzo y dedicación. Proveniente de un entorno humilde en el chaco cruceño, su talento fue cultivado a base de trabajo y sacrificio. Desde sus primeros años, demostró una capacidad excepcional para aprender, logrando en su juventud conciertos como solista y viajar a Santiago de Chile para interpretar en escenarios internacionales. Su historia es un testimonio de superación personal y amor por la música, a pesar de las adversidades.
A lo largo de su carrera, Simón Aguape de 36 años, no solo fue un virtuoso del violín, sino también un educador comprometido. Durante su tiempo en el Instituto de Formación Artística Bellas Artes, transmitió su pasión y conocimientos a generaciones de músicos. Fue reconocido por su capacidad para inspirar y guiar a sus estudiantes, muchos de los cuales siguen sus pasos en el mundo de la música clásica y popular. Además, su presencia en diversas orquestas y festivales internacionales consolidó su posición como uno de los músicos más destacados de Bolivia.
El maestro Aguape también fue conocido por su versatilidad y su amor por la música popular. Aunque su formación clásica era sólida, disfrutaba de interpretar ritmos tradicionales y modernos, lo que lo hizo cercano al público. Su participación en eventos como el Festival Conservarte, donde interpretó tantas piezas clásicas como cumbias y sayas, reflejaba su habilidad para fusionar géneros y su deseo de compartir su arte con todos, sin importar el contexto o la ocasión.
El legado de Simón Aguape trasciende más allá de la música. Su vida y su obra son un ejemplo de perseverancia, humildad y amor por la cultura boliviana. En cada nota de su violín, en cada enseñanza impartida, dejó una marca indeleble en la comunidad artística y en los corazones de quienes lo conocieron. Su partida deja una tristeza profunda, pero su música y su ejemplo continuarán inspirando a futuras generaciones. Descanse en paz, maestro.