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El 2024 perdió la sigla, el 2025 perderá a sus bases cocaleras

El 2024 perdió la sigla, el 2025 perderá a sus bases cocaleras
Rolando Tellería A. | Profesor de Ciencias Políticas de la UMSS
| 2025-02-04 00:08:03

Desde el 21 de febrero de 2016 (21F), la debacle política de Evo Morales y su caída en picada continúan. En 2024 le arrebataron la sigla y, en 2025, ante la sublevación de Andrónico Rodríguez, lo más probable es que pierda también a sus bases cocaleras. La rebelión, entonces, no será solo de Andrónico, cuya candidatura se perfila como un tsunami, sino también de sus bases. Vaya sorpresa para 2025. En los escenarios proyectados, este desenlace no estaba contemplado: la “traición” de Andrónico y la rebelión de sus bases.

Después de un poco más de una década de auge y gloria, el 21F marcó un punto de inflexión. Desde ese hito, la caída no se ha detenido. Las ondas sísmicas del 21F son de largo alcance. A Evo ya no lo quieren, incluso sus bases cocaleras, a quienes aún mantienen aferradas mediante una brutal dictadura sindical.

Esta decadencia tiene su origen en su enfermiza obsesión por ser siempre el candidato. En 2019, violando la Constitución y los resultados vinculantes del 21F, se habilitó arbitrariamente. Esa desmedida ambición y hambre de poder lo llevaron a cometer el peor error de su vida. Fíjense, estimados lectores, si no hubiera forzado su candidatura y sabiamente hubiera descansado una gestión, el panorama político habría sido sustancialmente distinto.

Por ese error capital, alguien diría que, siguiendo la huella de Stalin, Morales debería fusilar a todos aquellos asesores y allegados que lo indujeron a cometer semejante equivocación. Entre ellos, a su ex vicepresidente García Linera, quien contribuyó notablemente a su ceguera e ignorancia al asegurar que “si Evo se va, el sol se va a esconder, la luna se va a escapar y todo será tristeza…”. Qué nivel de intelectual y asesor.

Su habilitación “forzada” para las elecciones de 2019, sumada al fraude perpetrado, provocó su inesperada renuncia y salida del país tras 21 días de rechazo a su ambición de poder eterno. Nunca habría imaginado su despavorida huida a México. Como adolece del “síndrome de hubris”, la enfermedad del poder, la caída fue brutal. La concentración de poder y los 14 años en el cargo fraguaron la hipertrofia de su ego y vanidad, alimentando una indebida convicción de grandeza personal.

Luego de su salida y tras un breve, además desastroso, interregno, el Movimiento al Socialismo (MAS) recuperó el poder en las elecciones de octubre de 2020, pero sin Morales a la cabeza. Asume la presidencia Luis Arce Catacora, el candidato que él eligió, desobedeciendo a sus bases. En las circunstancias actuales, debe ser inimaginable cómo Morales cojo sus heridas por este otro error.

Al principio, todos pensaron que tendrían el control absoluto y que se convertiría en el verdadero poder detrás del trono. Creyeron que el palacio se trasladaría al Trópico. Sin embargo, en el ejercicio del poder, Arce Catacora proclamó su independencia, rebelándose contra las ambiciones de poder eterno. El alumno fue “más aventajado” que el profesor: separó al “enfermo” ya todos sus obsecuentes acólitos de las mieles y prerrogativas del poder.

Esto enloqueció a Morales, al punto de que, ni siquiera a la mitad de la gestión de Arce Catacora, se convirtió en su más enérgico opositor. Luego, en primera instancia, en Lauca Ñ, se proclamó dueño de la marca y único candidato.

Desde ahí, se desató una náusea pugna por el control del partido y la designación del candidato oficial. Ahí tiene origen esta división que partió en dos al partido, el cual mantuvo una sólida hegemonía por casi tres lustros. En este contexto, la enfermiza ambición de Morales es la causa principal de esta escisión.

Como si de un enemigo a “tumbar” se tratara, desató una abyecta oposición contra Arce Catacora y su gobierno. A su vez, desde el gobierno, con todas las herramientas políticas que otorgan el control del Estado, se intenta eliminar a Morales con las mismas recetas que él usó contra sus opositores. En esta “guerra de suma cero”, Morales está probando su propia medicina.

Luego de dos años de intensas “batallas”, con amenazas de convulsión, marchas y bloqueos, a finales de 2024 el Tribunal Supremo Electoral otorgará oficialmente el control de la sigla a la facción arcista. Morales pierde el partido que laboriosamente había forjado para sí. Antes, si me permiten ilustrarlo así, Evo Morales era el MAS y el MAS era Evo Morales. Vean, en ese sentido, la magnitud de la terrible pérdida.

Además, al margen de dos sentencias constitucionales que eventualmente lo inhabilitan, el gobierno reactivó un proceso penal por estupro que había sido archivado cuando aún no eran enemigos. Luego, fue oficialmente imputado. Como consecuencia de su inasistencia a dos audiencias de medidas cautelares, tiene orden de aprehensión. Ya no puede circular libremente. De facto, está recluido en el Chapare.

Finalmente, en el 15.º aniversario del Estado Plurinacional, en el coliseo de la Coronilla de la ciudad de Cochabamba, recibió otro certero puñal a sus ambiciones de poder eterno. Andrónico Rodríguez se desmarcó cuando, vía Zoom, le dijo: “…de los líderes jóvenes debe sentirse orgulloso, pero no celoso”. “Que no se debe confundir consecuencia con obsecuencia, ni lealtad con llunk"erío”. En esta última frase, Andrónico proclamó su independencia.

A su vez, las bases cocaleras, que comienzan a desmarcarse, ven en Andrónico la única posibilidad de reunificación y recuperación del poder. En las circunstancias actuales, su candidatura parece incontenible.

Si esto sucede, sería el entierro de Morales, pues acabaría perdiendo lo último que le queda: sus bases cocaleras.

*El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón.

Rolando Tellería A. | Profesor de Ciencias Políticas de la UMSS