1,5 millones de dólares para promover la diversidad en empresas serbias; 47.000 dólares para la producción de una ópera con temática trans en Colombia; 32.000 dólares a la creación de un cómic con temática trans en Perú; 40 millones de dólares para investigaciones de «ganancia de función» en el Instituto de Virología de Wuhan, la cuna del Covid; financiamiento de un programa de prevención del VIH para encubrir actividades de activismo político en Cuba; financiamiento a organizaciones con agendas políticas en países como Bolivia y Argentina; organización de conferencias y eventos en hoteles cinco estrellas en Europa y Asia, con costos que superaban los 500.000 dólares por evento; pagos millonarios a influencers y activistas en redes sociales con el fin de promover causas alineadas con la agenda progresista; fomento a iniciativas en países africanos que no mostraron resultados verificables, como un programa de “agricultura sostenible” en Kenia que nunca se implementó realmente. Cualquiera puede pensar que se trata de proyectos de alguna ONG de izquierda, pero todos ellos fueron parte de la agenda de la agencia de cooperación estadounidense USAID, cuyo cierre es inminente.