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La farsa electoral de Evo Morales y Luis Arce

La farsa electoral de Evo Morales y Luis Arce
Gabriela Moreno - Panampost | Columnista
| 2025-02-06 00:02:00

Las sospechas de un acuerdo entre Evo Morales y Luis Arce no son descabelladas, considerando que el chavismo aplicó una estrategia similar en Venezuela en el 2000. Entonces, Hugo Chávez y Francisco Arias Cárdenas fingieron rivalidad para monopolizar el espectro político y evitar el ascenso de un candidato opositor fuerte. Ahora, en Bolivia, Morales y Arce protagonizan un conflicto que, lejos de debilitar al Movimiento al Socialismo (MAS), mantiene al electorado concentrado en sus disputas y deja sin espacio a la oposición.

Morales se encuentra en la clandestinidad desde hace casi cuatro meses, tras emitirse una orden de captura en su contra por supuesta trata de personas. No obstante, a pesar de la medida judicial, las autoridades no han logrado su detención. Mientras tanto, Arce asegura desconocer su paradero, aunque su ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, reveló que el exmandatario se encuentra en una especie de detención domiciliaria dentro de la radio Kawsachun Coca, en Cochabamba.

Desde allí, Morales sigue siendo un activo clave para la izquierda boliviana, promoviendo sus diferencias con Arce y manteniendo movilizados a sus seguidores. Esto encierra al electorado en un falso dilema entre dos vertientes del MAS, marginando cualquier alternativa opositora.

Un juego político calculado

El paralelismo con el caso venezolano es evidente. En el 2000, la aparente disputa entre Chávez y Arias Cárdenas fragmentó el voto, asegurando una victoria aplastante para el chavismo. La estrategia de Morales y Arce podría estar encaminada a un objetivo similar: impedir que surja un liderazgo opositor que desafíe seriamente su hegemonía.

Morales, por su parte, ha declarado su intención de fundar un nuevo partido o tomar control de uno ya existente para postularse nuevamente a la presidencia. Sin embargo, las condiciones son adversas. Bolivia cuenta con 13 partidos con personería jurídica y cinco agrupaciones campesinas, que Morales debería convencer para que lo respalden. Además, el Tribunal Supremo Electoral establece que la creación de un partido requiere al menos 120 días y la recolección de 107.000 firmas en cinco de las nueve regiones del país, lo que parece imposible para un candidato en la clandestinidad.

Frente a estos obstáculos, una alianza con Arce podría ser la salida más viable para Morales. En política, las reconciliaciones no son extrañas, y el MAS podría encontrar una fórmula para mantener el poder sin fracturarse demasiado.

Obstáculos legales para Morales

No obstante, Morales enfrenta otro problema clave: la reelección indefinida ya no es viable. Una sentencia constitucional de 2023 estableció que un presidente solo puede ser reelegido una vez de manera continua o discontinua, desechando la doctrina anterior que consideraba la reelección un derecho humano. Morales ya gobernó tres veces consecutivas (2006-2009, 2010-2015 y 2015-2019), por lo que estaría inhabilitado para las elecciones de 2025. Esto pone en duda su verdadera estrategia: ¿pretende postularse realmente o su rol es simplemente dividir el voto para beneficiar al MAS?

Oposición bajo asedio

Mientras el MAS juega su estrategia interna, la oposición boliviana enfrenta una persecución sistemática. Los tribunales han reactivado un juicio contra el expresidente Jorge Quiroga, quien se perfila como candidato. Para él, esto no es casualidad, sino una maniobra para inhabilitar su postulación. “Esto es una tramoya”, denuncia, asegurando que el objetivo del gobierno es eliminar cualquier posibilidad de alternancia.

Los tribunales lo citaron mientras estaba en un viaje a Estados Unidos, impidiéndole comparecer. Su caso se vincula a una querella del Banco Unión de hace 15 años, lo que refuerza las sospechas de que se trata de una persecución política.

Ante este panorama, Quiroga ha unido fuerzas con otros líderes opositores, como Samuel Doria Medina, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho (actualmente detenido en Chonchocoro acusado de conspiración contra Morales). Su objetivo es presentarse como un bloque unitario en las elecciones presidenciales, pero la represión y la falta de garantías democráticas dificultan su avance.

La pugna entre Morales y Arce parece ser un artificio político destinado a perpetuar el poder del MAS. Mientras ambos fingen disputarse el liderazgo, la oposición es sistemáticamente debilitada mediante la persecución judicial y el hostigamiento. Si el juego político sigue este curso, Bolivia enfrentará unas elecciones sin una verdadera alternativa, consolidando un escenario donde el socialismo se mantiene en el poder sin oposición real.

Gabriela Moreno - Panampost | Columnista