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“No robarás” y la Disposición Confiscatoria

“No robarás” y la Disposición Confiscatoria
Mons Robert H. Flock | Columnista
| 2025-02-17 00:06:00

La disposición confiscatoria de la Ley 1613 del Presupuesto General del Estado (PGE) 2025 es una legalización de robo estatal, expresión del “sabotaje conspirativo” que está en la esencia del socialismo. El sabotaje es contra los Diez Mandamientos que Dios decretó solemnemente desde el Monte Sinaí para asegurar que su pueblo, liberado de la esclavitud en Egipto, viva con dignidad en la tierra prometida, deseo que Dios aguarda para toda la humanidad.

En este contexto no sorprende la manera oscura de la aprobación de dicha Ley al margen del Órgano Legislativo con la conspiratoria Disposición Adicional Séptima. Como observó Jesucristo: “Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas” (Jn 3,20). Es una estrategia que fracasa, porque pronto o tarde son descubiertas, y nadie puede escapar al fin de cuentas al juicio divino.

“No robarás” (Ex 20,15; Dt 5,19; Mt 19,18; Mc 10,19). El Séptimo Mandamiento defiende la propiedad privada, como elemento esencial de la justicia. Si bien Jesús aconsejó evitar la avaricia (Lc 12,15) y condenó a los que acumulan bienes para sí mismo (Lc 12,21), avaló este mandamiento como decreto divino.

Es instructivo lo sucedido en tiempos del Profeta Elías cuando Jezebel, esposa del Rey Ajab, conspiró para robar la Viña de Nabot, a quien hizo asesinar. El hecho le mereció el peor juicio contra alguien en la Biblia: “No hubo realmente nadie que se haya prestado como Ajab para hacer lo que es malo a los ojos del Señor, instigado por su esposa Jezabel” (1Reyes 21,25). Sin embargo, estas atrocidades se repiten hoy, bajo consignas de seguridad alimenticia y justicia social. A fondo, no es más que saqueo legalizado, para dar el fruto de los esfuerzos de algunos a otros que no lo han ganado honestamente, y el en nuestra querida y sufrida Bolivia, para encubrir una política económica fracasada y carcomida de corrupción.

Jesús nos enseño a rezar por el pan de cada día, pero no sin antes pedir el Reino de Dios y su santa voluntad. Y dado que, en la búsqueda del pan de cada día, suele haber conflictos, esta petición central del Padrenuestro está seguido por las de reconciliación, y de liberación de las tentaciones y del mal. La justicia social nace de una recta relación con Dios y todo proyecto para imponerlo al margen del Señor da como resultado nuevas y peores tiranías como compruebe repetidamente la historia humana.

Sabemos que al Socialismo no le importa lo que Dios dice, ya que nace desde el ateísmo, y calumnia a las religiones como “el opio del pueblo”, cuando en realidad es la Iglesia que mantiene más obras sociales que cualquier otra institución, mientras el verdadero opio del pueblo es el opio, la cocaína y las otras drogas, que han sido traficados no solo por mafias criminales, sino también gobiernos socialistas y dictaduras militares. Pero ningún gobierno ni ley tiene autoridad sobre Dios. “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes” (Salmo 24,1) Aunque legalizan el robo y saqueo de personas y empresas, esto no deje de ser un pecado grave, una burda ofensa a Dios y una gran injusticia conspirada.

Si el gobierno fuese realmente preocupado por la seguridad alimenticia y por la justicia social compraría los productos a precios justos acordados con los productores para luego vender o distribuírselos a los necesitados, en vez de robarles lo ganado con el sudor de la frente.

*Obispo de la Diócesis de San Ignacio de Velasco

Mons Robert H. Flock | Columnista