El 14 de febrero de 2025, Santa Cruz de la Sierra conmemoró 200 años de su proclamación de independencia, un hito histórico que marcó el destino de nuestra región y consolidó su compromiso con la libertad. O al menos eso dice la historia oficial, porque la realidad actual nos obliga a preguntarnos: ¿Realmente somos libres?
Y la respuesta sería… Si nos atenemos a la historia oficial, sí, Santa Cruz se liberó hace 200 años del yugo español, proclamando su independencia el 14 de febrero de 1825. Pero si miramos la realidad con ojos críticos, la respuesta es un rotundo NO. La independencia que celebramos hoy es más un recuerdo que una condición vigente.
Porque ser libres no es solo haber expulsado a los realistas hace dos siglos. Ser libres significa tener el control sobre nuestro destino, nuestras tierras, nuestras decisiones políticas y económicas. Y en eso, estamos más sometidos que nunca.
En estos últimos 20 años, Santa Cruz ha sido avasallada, colonizada, reeducada y absorbida por un centralismo implacable que, bajo la bandera del "Estado Plurinacional", ha destruido nuestra autonomía y ha convertido a nuestra región en una fuente inagotable de recursos para sostener el aparato estatal del MAS. Nos impusieron normas, líderes, títulos y un modelo que nos obliga a entregar sin recibir nada a cambio.
Nos han vendido la idea de una Bolivia inclusiva, cuando la realidad es que Santa Cruz sigue siendo vista como un botín que se reparte entre las élites políticas de occidente. Nos dicen que debemos compartir, pero somos los únicos que cedemos. Nos exigen unidad nacional, pero nos criminalizan cuando pedimos respeto y autonomía.
Entonces, ¿realmente somos libres? No lo somos. Porque un pueblo que no tiene soberanía sobre su destino, que no puede elegir su propio rumbo sin interferencia de poderes centralistas y que se deja someter por la traición interna y la opresión externa, no puede llamarse libre.
Festejemos si queremos, pero hagámoslo con conciencia. Celebremos los 200 años de independencia sabiendo que la lucha no ha terminado. Porque si seguimos permitiendo que nos arrebaten nuestra identidad, nuestros derechos y nuestra dignidad, la historia no nos recordará como herederos de Warnes, sino como una generación que se entregó sin pelear.
La independencia de Santa Cruz no fue un obsequio ni una casualidad. Fue el resultado del sacrificio de hombres y mujeres valientes que, con sangre y fuego, se enfrentaron al dominio español. La guerra de guerrillas, encabezada por próceres como Ignacio Warnes, José Manuel Mercado y Ciriaco Cortez, demostró que este pueblo estaba dispuesto a morir antes que vivir sometido. La Batalla de El Pari, el 21 de noviembre de 1816, es el testimonio del precio que pagamos por nuestra libertad. Warnes entregó su vida, y con ella encendió la llama de la independencia en la región. Otra pregunta que también debemos hacernos: ¿Ya no existen los hombres valientes en Santa Cruz?
La pregunta duele porque la respuesta es tan evidente como vergonzosa. ¿Dónde están los Warnes de hoy? ¿Dónde están los guerrilleros que preferían morir antes de someterse? Lo que vemos ahora no es valentía, es cobardía disfrazada de diplomacia, traición vestida de liderazgo y rendición maquillada de pragmatismo.
Antes, Santa Cruz peleaba con machetes, con fusiles, con el pecho descubierto si era necesario. Hoy peleamos con comunicados tibios, con reuniones de café y con pactos bajo la mesa. Antes, el Comité Cívico era el bastión de la resistencia cruceña. Hoy es un club de títulos que tiemblan ante el poder central. Antes, la Gobernación representaba los intereses de la región. Hoy es una oficina de trámite del MAS.
Los cruceños del pasado peleaban, arriesgaban y morían por su tierra. Hoy, nuestros "líderes" negocian, se arrodillan y venden nuestra dignidad por cargos, inmunidad y migajas de poder. Los Warnes, Mercado y Cortez de hoy no están en el poder, están en la gente que aún resiste en silencio, en los que ven con rabia cómo los traidores han entregado la lucha sin disparar una sola bala.
Pero no nos engañemos: no es que no existan hombres valientes, es que están silenciados por la mediocridad de quienes dicen representarnos. Nos gobiernan los débiles, nos dirigen los corruptos y nos "defienden" los cobardes.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Aceptamos que Santa Cruz se convierta en un pueblo sometido o despertamos de una vez? Si los valientes de verdad existen, es hora de que se levanten. Y si no, Santa Cruz no será más que una sombra de lo que alguna vez fue: una tierra de guerreros convertida en un feudo de traidores.
El 14 de febrero de 1825, el Cabildo de Santa Cruz proclamó oficialmente su independencia. Pero ojo, que todos deberíamos saber que fue en 1826 cuando Santa Cruz se incorporó plenamente a la naciente República de Bolivia. Es decir, un año fuimos independientes antes de ser arrastrados por un proyecto nacional que nunca nos ha tratado como iguales. ¡Qué mala elección! Así también le pasó a la chura Tarija.
Lo que antaño fue un pueblo de guerreros ahora es una tierra de cobardes. Nos hemos dejado doblegar, vender y traicionar por políticos que se llenan la boca con Santa Cruz mientras negocian su propio bienestar. ¿Dónde están los Warnes de hoy? No los tenemos. Solo nos quedan logias corruptas, una oposición de cartón y un gobernador traidor que prefiere arrodillarse ante el poder centralista antes que luchar por su gente.
Nos han hecho creer que resistir es ilegal. Que defender la tierra es terrorismo. Que exigir respeto es ser "separatista". Nos han convertido en rehenes dentro de nuestra propia casa.
Santa Cruz, la que alguna vez fue sinónimo de valentía, se ha convertido en un triste ejemplo de rendición.
¡Feliz bicentenario, carajo!