A los gritos y en un tono agresivo y prepotente, la alcaldesa de la ciudad de El Alto, Eva Copa dijo hace unos días que los alteños volverán a decidir el rumbo que tomará el país y que ellos serán quienes definan quién será el próximo presidente de Bolivia.
Su actitud refleja, en primer lugar, la recriminación que siente consigo misma, la autoflagelación por haberse jugado por Luis Arce, una piltrafa política, un despojo como administrador del Estado, un monigote al que solo apoyan ella y los funcionarios que todavía tienen la oportunidad de seguir saqueando las arcas públicas en medio de la peor crisis que se haya visto.
Copa habla así no solo porque se ha quedado sola, sin Evo Morales y sin buen palo al que arrimarse, sino también sin los alteños, pues en el caso de que ellos vuelvan a gravitar en el destino político del país, ya no van a cometer el mismo error. Ya no hay gas ni nada que les ofrezcan para comprarlos, sino su propia fuerza como emprendedores, como capitalistas que hoy están reclamando por combustible y por dólares para seguir trabajando.
Si Eva Copa y todos los del MAS, así se cuelguen del cocalero Morales, de Arce o de Andrónico, no cambian de discurso, si no dejan atrás esa visión de país extractivista, clientelar y rentista, no solo se van a equivocar de nuevo, sino que van a perder el apoyo de su propia gente, que ya no confía en las propuestas populistas distributivas y tampoco se deja llevar por arengas nacionalistas, invocaciones etnicistas y, mucho menos, por la promoción del odio racial y el resentimiento entre regiones.
Una lástima si la alcaldesa de El Alto no se ha dado cuenta, pero lo más probable es que, justamente, la ira expresada hace poco se origine en la necesidad que tiene de volverse pragmática para sobrevivir políticamente. Cuanto antes necesita renegar de Arce, pero también tirar al tacho de la basura todo lo que represente el estrepitoso fracaso del “proceso de cambio”.
Los alteños ya se han dado cuenta de que siempre los han usado como carne de cañón. Ellos ponen los muertos en cada rebelión y son otros los que se llevan los beneficios, mucho más que un simple teleférico. Al igual que todos los bolivianos, los habitantes de El Alto quieren soluciones inmediatas a sus problemas cotidianos. Sobre todo, necesitan que los dejen trabajar en paz, que haya combustible, divisas y menos trabas para generar riqueza.
No hay duda de que los alteños serán quienes definan las cosas en las próximas elecciones, pero lo harán en sintonía con el resto de las regiones y de los bolivianos, que nunca han estado más de acuerdo en lo que hay que hacer para evitar el desastre al que nos está llevando el MAS. En ese sentido, les toca a Copa y a todos los líderes oficialistas y opositores escuchar a la gente, hablarle con sinceridad y esbozar gestos patrióticos que permitan diseñar un plan de salvataje, porque esta vez Bolivia se muere y todavía no hay ningún terapeuta ni tratamiento a la vista que pueda evitarlo.
No hay duda de que los alteños serán quienes definan las cosas en las próximas elecciones, pero lo harán en sintonía con el resto de las regiones y de los bolivianos, que nunca han estado más de acuerdo en lo que hay que hacer para evitar el desastre al que nos está llevando el MAS.