“La receta liberal democrática viene de lejos y para que funcione se necesita, como en la cocina, además de una buena receta, los ingredientes culinarios, un buen chef y buenos cocineros”. El problema es que sabemos elegir cocineros, pero no a los políticos. Pukymon.
Estamos en un mundo en guerra, enfrentados unos a otros. Los gobiernos piensan solo en cómo producir y conseguir armamento para matar y destruir al oponente, y no en producir bienes y servicios que nos permitan vivir mejor, en paz y en convivencia con nuestros vecinos.
El orden mundial se compone de poderes dominantes y de sujetos o actores subordinados. Dice la teoría de conspiración que este nuevo orden mundial cuenta con un plan diseñado con el fin de instaurar un gobierno único, burocrático y controlado por sectores elitistas y plutocráticos a nivel mundial, que pondría paz en el mundo cada vez más caótico.
Se opina en varios ámbitos que una alianza de Rusia, China y Estados Unidos sería la gran troika que conformaría la nueva gran estructura del mundo.
Donald Trump, que se siente único y el elegido, forma parte, se identifica y apoya al grupo de los más poderosos del mundo. Por supuesto, él mismo, más Putin y Xi Jinping.
Ellos, siguiendo esta visión, consideran que el mundo necesita que se junten los verdaderamente grandes, formen el equipo de los poderosos y jueguen en la cancha mundial, y que los otros se vayan a jugar en su canchita, allá por detrás del Mercado Los Pozos.
Bajo su perspectiva, Trump, buscando nuevos aliados y preparando el nuevo escenario, declara: “Francamente, me resulta más difícil tratar con Ucrania y ellos no tienen las cartas. Puede que sea más fácil tratar con Rusia”.
Y continúa: “Kiev tendrá que hacer "concesiones" en una eventual tregua con Rusia. Usted, Zelensky, tiene una buena posición para salir de la guerra por nosotros. Sus hombres son valientes, pero el equipamiento es nuestro, y sin ello esta guerra se habría acabado en dos semanas”. Donald Trump.
Por su parte, Putin, el jefe del Kremlin, explica: “El mundo se enfrenta a amenazas sin precedentes generadas por fracturas de civilizaciones, guerras y conflictos interétnicos e interreligiosos, y las relaciones internacionales han entrado en una era de cambios globales y fundamentales”.
En consecuencia, considera necesario edificar un nuevo orden mundial que refleje toda la diversidad del planeta como un proceso natural e irreversible y bajo su mando.
Xi Jinping, el secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, dice que la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái) ya se consolidó como uno de los pilares clave de un orden mundial multipolar justo. La OCS representa el 40% de la población mundial y alrededor del 30% del PIB del planeta.
China es la segunda potencia mundial y la más poblada del planeta. Su estrategia de poder fue renunciar al marxismo y al comunismo, abrazar el capitalismo de Estado en los años 70.
China es comunista y capitalista, dictatorial y empresarial; postula el libre comercio y el multilateralismo. Como resultado, China se industrializó y se ha convertido en el mayor exportador del mundo, lo que le ha permitido integrarse en casi todas las cadenas de suministro globales. Ahora China es la segunda mayor potencia del mundo y va para adelante, especialmente en el campo tecnológico.
Para superar este desorden y anarquía mundial, se busca, o ellos mismos buscan, construir un nuevo orden a cargo de una troika de personalidades y líderes, todos egocéntricos y aquejados de “Hubris”, los que atentan contra nuestra libertad.
La estabilidad de esta troika tendrá problemas con China, una potencia con una perspectiva firme hacia lograr el gobierno mundial, lo que causa desconfianza a los otros dos.
Anteriormente, la libertad y su permanente defensa se consideraban el valor supremo, el que podía alimentar a todos los demás valores y darles sentido, y para conseguirla asumíamos todos los riesgos. Hoy, con la nueva sociedad progre y blandengue, la libertad es una opción solo cuando no implica riesgos.
Para vivir y prosperar debemos enfrentar cualquier riesgo, pues no es posible emprender algo sin asumirlos. Ahora, en esta procura de vivir sin riesgos, nos convertimos en un pueblo sumiso, acobardado y que no se atreve a defenderse legalmente de esos grupos dirigidos por gente envalentonada.
En el caso de Bolivia, por los jueces masistas y los interculturales cocaleros, dispuestos a todo para ganar dinero y poder.
ovidioroca.wordpress.com