Editorial

¿Habrá un verdadero opositor?

Bolivia enfrenta un momento de incertidumbre política de cara a las próximas elecciones. La gran pregunta es si finalmente se producirá un giro radical, como el que ha dado Argentina con Javier Milei...

Editorial | | 2025-03-26 07:01:57

Bolivia enfrenta un momento de incertidumbre política de cara a las próximas elecciones. La gran pregunta es si finalmente se producirá un giro radical, como el que ha dado Argentina con Javier Milei o el que en su momento encabezó Víctor Paz Estenssoro en 1985, o si, por el contrario, los candidatos opositores recurrirán a simples matices sin romper con el estatismo y el socialismo disfrazado.

La desconfianza es comprensible: en el pasado, muchas fuerzas que se presentaban como opositoras terminaron por mantener los mismos esquemas de intervención estatal, clientelismo y control sobre la economía, perpetuando el modelo que ha estancado al país.

El socialismo en Bolivia ha demostrado ser un sistema fallido que ha debilitado las instituciones, asfixiado la economía y polarizado a la población. Sin embargo, lejos de reconocer su fracaso, sus promotores buscan reinventarse bajo nuevas etiquetas.

La historia ha demostrado que el socialismo nunca desaparece, sino que adopta distintos disfraces para seguir operando. En Bolivia, el estatismo se ha perpetuado a través de diferentes gobiernos, consolidando un modelo que erosiona la libertad individual y la propiedad privada en nombre de la justicia social.

El socialismo se camufla en discursos de justicia, igualdad y derechos colectivos para perpetuar su dominio. Ante el inminente desastre que enfrenta Bolivia, conviene advertir sobre los peligros de estas ideologías que, bajo diferentes nombres y justificaciones, terminan socavando la libertad individual, la propiedad privada y los valores fundamentales de la civilización occidental. Estamos ante un proceso electoral en el que algunas de las fuerzas que han sumido al país en el socialismo intentan disfrazarse de oposición para mantener su poder.

A pesar del evidente fracaso del modelo socialista en el país, sus promotores no se rinden. En lugar de reconocer sus errores, buscan reciclarse bajo nuevas etiquetas, tal como lo advertía Mises: el socialismo no desaparece, solo cambia de forma.

La historia política boliviana ha estado marcada por líderes que, en el mejor de los casos, han hecho cambios superficiales sin romper con la estructura estatista que mantiene el intervencionismo y el asistencialismo.

Uno de los grandes disfraces del socialismo moderno es la retórica de la igualdad. Se nos vende la idea de que el Estado debe garantizar la equidad absoluta entre los ciudadanos, ignorando que la verdadera justicia radica en la igualdad ante la ley y no en la imposición forzada de resultados iguales. A esto se suma la instrumentalización de conceptos como la inclusión y la diversidad para justificar políticas intervencionistas que limitan la iniciativa privada y el mérito individual.

Algunos opositores al MAS han caído en la trampa de tratar de combatir el socialismo con sus mismas armas. Proponen alternativas que, en el fondo, siguen basándose en la intervención estatal y el populismo, en lugar de apostar por un verdadero cambio basado en la libertad económica, el respeto a la propiedad privada y el fortalecimiento de las instituciones democráticas.

La historia política boliviana ha estado marcada por líderes que, en el mejor de los casos, han hecho cambios superficiales sin romper con la estructura estatista que mantiene el intervencionismo y el asistencialismo.