Hablar de música y danzas en esta época pre-electoral y de crisis superlativa (El gobierno dice que no hay crisis - ¿reímos o lloramos?), parece extemporáneo e inoportuno, pero vamos a hacerlo, porque, como dice mi esposa, mejor ahora, “antes de olvidarnos” (del tema).
En las redes sociales hay un debate sumamente nutrido entre bolivianos y peruanos sobre la música y danzas bolivianas que a los peruanos les gusta tanto como para hacer y decir lo imposible por “demostrar” que nuestra música y danzas son también de ellos. Su más fuerte argumento radica en manifestar que la música boliviana es andina (lo que es parcialmente cierto) y que, por lo tanto, es también “patrimonio” de la parte andina peruana, al tener una población similar a la boliviana que habita una prolongación de ese ámbito geográfico; un argumento débil, si analizamos la historia. Su segundo argumento es que la música aymara/quechua proviene de tiempos inmemoriales y que el origen étnico de ambos grupos está en el Perú. Otro argumento también elaborado con el hígado antes que con basamento histórico.
A los defensores de las “civilizaciones” precolombinas no les gusta escuchar, ni leer, que los grupos étnicos que habitaban lo que actualmente conocemos como América, de norte a sur y de este a oeste, no conocían, por ejemplo, la rueda y aunque la veían en el sol, la luna o inclusive usando algunos utensilios, jamás se les ocurrió que podían utilizarla como instrumento de medios de transporte; tampoco tenían escritura (excepto los mayas) y si bien conocían la elaboración del bronce, tampoco lo utilizaban en instrumentos, armas o utensilios como en Europa. Al respecto les recomiendo la lectura de “Armas, gérmenes y acero” de Jared Diamond que explica por qué algunas civilizaciones se desarrollaron y otras no. El libro ganó el Premio Pulitzer en 1997.
En cuanto a la música y danzas, ninguna de las civilizaciones americanas (u originarias, para quienes les gusta diferenciarse de aquello de “americanos”), otra vez de norte a sur y de este a oeste, alcanzó el desarrollo europeo o asiático que esta tenía al tiempo de la venida de los europeos a nuestro continente. La música de entonces, aquí, en nuestras tierras, era pentatónica “Poco se sabe sobre registros de la música ancestral de los grupos indígenas, mestizos o negros de la sociedad colonial, salvo las referencias de viajeros o cronistas y no quedó ningún texto para testigo por la sencilla razón que al ser transmitida oralmente y de temática profana, no se la pautaba en papel y solo ha sido rescatada por la obra de musicólogos, como el eminente Carlos Vega. Respecto de la popular, también las referencias son cruzadas, pues quedan registros de las prohibiciones oficiales o religiosas respecto de las indecencia de tal o cual danza o lugar donde se lleva a cabo esa actividad. Otro caso de análisis es el de la música de ámbito rural, del que su repertorio llegaría a nosotros convertido el folclore que al día de hoy utiliza la escala pentatónica en vez de la diatónica europea” ( Plesch, M. y Huseby, G. citados por Eduardo Areas y Jorge Rigueiro García en “La música colonial americana (siglos XVII y XVIII: un espacio para el encuentro de dos mundos” – Universidad Nacional del Litoral, Rosario, Argentina 2005).
La música durante la época en que todos eran españoles (porque colonia de España nunca fuimos) era música preponderantemente religiosa, traída a estas tierras principalmente por los jesuitas (Idem).
Otro tema es que la música actual haya recibido, de una u otra forma, influencia nativa en mayor o menor medida, pero es indudable que la música folclórica actual, de todos los países latinoamericanos, es fundamentalmente republicana. Y no es PENTATÓNICA. ¿Quién puede decir lo contrario? ¿Se puede decir que el taquirari, el carnavalito, la chovena, la morenada, la diablada, la saya o el caporal, entre muchos otros ritmos y danzas, es música “originaria pentatónica”? Pues no; como tampoco lo son el corrido mexicano, el son cubano, la cumbia colombiana, el vals peruano, etc. Y por eso también suena hasta tonto decir que la cumbia, por ejemplo, se originó en Argentina, Bolivia, Perú… en fin. Que cantan, bailan y ahora componen cumbias que tienen sabor argentino, boliviano, peruano… si, pero que la cumbia es originaria de Colombia, ¿quién lo discute? Así debían ser los peruanos que plagian y cambian letras de música boliviana para decir que son suyas. No. La música actual es republicana y se originó dentro de las actuales fronteras de los diferentes países… así nació y así se difunde. Punto.