Caminando

¡Y dale con la altura!

¡Y dale con la altura!
José Mateo Gambarte Flores - Comunicador social | Comunicador social
| 2025-03-31 00:08:00

"Un debut letal", así titulaba algún medio extranjero la victoria de la selección boliviana en su estreno del estadio de Villa Ingenio como escenario de partidos clasificatorios. El 4-0 frente a Venezuela no dejaba lugar a dudas y comenzó a atemorizar a varios equipos de Sudamérica. Parecía confirmarse, una vez más, que la altitud es la aliada deportiva de Bolivia. Llegó un segundo encuentro y todavía se pudo triunfar ante Colombia por 1-0.

Pasada la euforia inicial, llegó algo de desánimo con el empate 2-2 que consiguió Paraguay en el mismísimo Titán de Villa Ingenio y, ahora, un bajón anímico con el empate 0-0 frente a Uruguay. Los dos últimos empates son 2 puntos, cierto, pero pudieron ser 6. ¿Se nota la diferencia?

Aún quedan dos bravos partidos en el Titán de El Alto, frente a Chile y Brasil. ¿La altitud logrará regalarnos los 6 puntos? He ahí la pregunta.

¿Ventajosa altitud?

No todos, pero muchos jóvenes periodistas deportivos insisten en las bondades de la altura. ¿Será una ventaja?, ¿ha sido una ventaja?, ¿seguirá siendo una ventaja? Veamos:

Tomemos como punto de referencia la histórica clasificación a EE.UU. 1994. Desde entonces, Bolivia no pudo clasificar a los siguientes siete mundiales (Francia 1998, Corea-Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014, Rusia 2018 y Catar 2022).

La fría estadística nos muestra que en estas siete clasificatorias Bolivia disputó 58 encuentros como local. Consiguió 25 triunfos (43 %), 20 empates (34 %) y 13 derrotas (22 %).

Idealizando la altura, digamos que en 58 encuentros Bolivia pudo haber logrado 174 puntos (100 %), pero solo se alcanzaron 95 puntos (54,5 %), perdiéndose 79 puntos (45,4 %).

Pero recordemos otros detalles: Colombia triunfó dos veces en el estadio Hernando Siles. Chile y Ecuador, por su parte, lograron tres victorias cada uno en el aforo miraflorino. Por lo tanto, no somos invencibles en nuestra altitud, ¿verdad?

Y en el presente, la temida altura alteña y su Titán comenzaron a hacer aguas, pues ya van dos empates (Paraguay y Uruguay) y cuatro puntos valiosos se esfumaron. ¿El primer triunfo de un visitante en El Alto lo conseguirán Chile o Brasil? Esperemos que ninguno.

El público

Primero, en Villa Ingenio no hubo lleno total. Si bien las tribunas detrás de los arcos estaban copadas, las rectas presentaban varios claros (al menos aquella recta que mostraba la televisión). Pese a ser un partido decisivo, el escenario no se llenó. Dos ciudades hermanas, que juntas suman más de dos millones de habitantes, no pudieron llenar una gradería de 25 000 espectadores. Parece ser que el fútbol no es lo que más gusta a muchos bolivianos, a diferencia de las fiestas con sus caporales y morenadas. En fin, cosas de la bolivianidad.

Si insistimos con la altitud, quizás hubiese habido mayor apoyo en el Víctor Agustín Ugarte, pues, además de los potosinos, seguramente mis coterráneos sucrenses, dada la cercanía, se hubiesen volcado en masa hacia Potosí. ¿Y qué tal si los recibíamos en el Tahuichi Aguilera? Parece haber mayor fervor en la tierra camba, y en el Tahuichi no hubiese quedado espacio para un alfiler más.

¿Cuándo probaremos esto? Insisto en que el fútbol de la selección debe verse en todo el ámbito nacional y probarse la calidad de cada público en cada ciudad. ¿A qué apunto con esto? Pues al bochornoso espectáculo al final del partido Bolivia-Uruguay: agresiones o intentos de agresiones, insultos de grueso calibre, hinchas muy furibundos y el presidente de la FBF reaccionando también.

Ante los desmedidos y despectivos insultos hacia jugadores y dirigentes, acaso la reacción natural sea la defensa legítima, pero... ¿qué nos pasa como hinchas?

El fútbol es un juego y, como tal, tiene solo tres resultados posibles: ganar, perder y empatar. Este martes 25 nos tocó empatar y listo, paremos la historia ahí. ¿Gritar como locos, mentándole la madre al principal dirigente, revertirá la situación? Claro que no.

Más bien inculquemos a nuestros niños el amor por el fútbol. Aún falta masificar este deporte en todo el país. No olvidemos que, estadísticamente, Santa Cruz aporta el 52 % de los jugadores de la Liga, y lo mismo o más se reproduce en la selección.

Por ello, antes de insultar y criticar, primero veamos si nuestros hijos y sobrinos patean y dominan la redonda.

José Mateo Gambarte Flores - Comunicador social | Comunicador social