Tribuna

Las elecciones y la batalla cultural

Las elecciones y la batalla cultural
Oscar Antezana Malpartida | Columnista
| 2025-04-04 00:01:30

En días recientes, las notas editoriales del periódico digital El Día reflexionan con desencanto sobre las preferencias de la población para el próximo presidente de Bolivia. Creo que la mayoría de la población, e incluyo a muchos amigos, también se siente frustrada y no sabe qué hacer. Hay cosas que hacer, y mucho. Tenemos el control y no solo mediante el voto, sino hoy mismo y cada día. Veamos.

El estado de las instituciones en Bolivia se puede comparar con un cuerpo humano en descomposición. Las estructuras fundamentales del país están corroídas por la corrupción, los músculos económicos están debilitados, y el sistema político se encuentra atrapado en un cinismo que impide una verdadera reflexión y acción. El alma de la nación, que reside en sus valores culturales, también se ve amenazada y eso es más grave.

Lejos de predicar los valores fundamentales del respeto y la honestidad, las instituciones y figuras clave han estado más centradas en el lucro personal, la mentira y el prebendalismo. El gobierno no solo permitió, sino que promovió esta conducta, cooptando a los movimientos sociales con dádivas a cambio de apoyo político. Esta dinámica no sólo ha empobrecido al pueblo, sino que ha convertido a las autoridades en cómplices de crímenes graves, como el narcotráfico y la explotación de recursos naturales, mientras se depreda el medio ambiente y se quebrantan los derechos humanos.

En el fondo, lo que está en juego son dos batallas: una política y otra cultural. La política, porque aquellos que pretenden hacerse de las instituciones políticas del Estado necesitan legitimarse a partir de la representación popular en las próximas elecciones. Sin embargo, las diferentes encuestas muestran a Andrónico a la cabeza de las preferencias para el próximo Presidente. ¿No es suficiente ver y vivir el descalabro económico, social e institucional que representa el MAS, llámese Andrónico, Tilín, Evo y/o el encubierto de Manfred? ¿Estamos a favor del continuismo del MAS?

La batalla cultural es mucho más profunda. Implica definir quiénes somos como nación: nuestros valores, símbolos, historias y la manera en que nos relacionamos como sociedad. Según las encuestas, los seguidores de Andrónico, Manfred y Chi sumarían alrededor de 40% del electorado y esto revela que estaríamos en plena batalla cultural. En otras palabras, la población que sigue a esos personajes comulga con valores podridos de corrupción, trata de personas, prebendalismo, injusticialos y racismo.

La batalla política tiene principio y final; el inicio y el cierre de las campañas, los procesos electorales y las gestiones gubernamentales. La batalla cultural es temporalmente indefinida: es permanente. En otras palabras, la batalla cultural es interminable, ya que involucra la transformación de la conciencia colectiva a largo plazo. Los protagonistas indiscutidos de la batalla política son los políticos, en la batalla cultural el protagonismo no está definido ni centralizado en tal grado que sea sencillo divisar.

Respondiendo concretamente a la nota editorial del periódico El Día y la confusión de la población, propongo que los medios de comunicación, la empresa privada, las organizaciones no gubernamentales, gremios, universidades, colegios, vecinos, grupos de amigos y familias bolivianas se organicen para llevar a cabo inmediata y diariamente dos acciones.

Primera, difundir a toda la población hasta el día de las elecciones, 2-5 preguntas para que la gente reflexione y piense conscientemente antes de votar: ¿Cuál candidato tiene más experiencia, conocimiento y coraje para: (1) reformar el sistema judicial y eliminar la corrupción, (2) ejecutar políticas económicas que solucionen la actual situación minimizando los daños, (3) reformar el Estado (Fuerzas Armadas, Policía Nacional, Sistema Nacional de Impuestos, Aduana Nacional, INRA y otros), (4) erradicar la influencia del narcotráfico en los estamentos públicos y privado y (5) liderar hacía un país estable, con crecimiento sostenible y solidario. Conste, nada de lo que se propone tiene tinte político; todos los bolivianos quisiéramos un Presidente que responda a esos desafíos que enfrenta nuestra Patria. Todo vale, desde campañas comunicacionales, hasta fotocopias en papelitos para repartir a toda la población, pasando por mensajes por Facebook, TikTok, Instagram, WhatsApp a sus contactos y seguidores.

Segunda, educar a la población en los valores democráticos qué son y qué no son; cómo, cuándo, dónde y por qué se practican, y en la importancia de involucrarse en política desde su posición. Se necesita un sistema que forme ciudadanos conscientes, capaces de tomar decisiones informadas en las urnas y de exigir transparencia y responsabilidad a sus gobernantes. Que disculpe el lector si sueno como un disco rayado. Es crucial alinear a diversas organizaciones privadas (ej. El Día, Coca Cola, Los Tajibos, Sofía, Unitel, Sin Compostura, Cabildeo Digital, redes sociales, etc. etc.) para realizar campañas permanentes que fomenten una cultura cívica y participativa a través de sus mismos productos comerciales (envases, botellas, material de escritorio). ¿Qué se promovería? El cumplimiento de la ley, el esfuerzo y el trabajo, la solidaridad, y la lucha contra la corrupción, entre otras.

Como verá el lector, los ciudadanos tenemos el poder de cambiar las cosas, solo que no hacemos nada y, otras organizaciones, hacen poco o mal. Los ciudadanos de a pie somos Bolivia, y Bolivia quiere salir de este hoyo en el que se ha metido el MAS y sus políticos. Recuerden, al final del día lo que se desea es que este partido no llegue a la segunda vuelta y, no lo hará, si es que empezamos y ganamos la batalla cultural. No nos lamentemos si es que los resultados de las elecciones son un desastre para Bolivia. Seguramente será porque no hicimos nada o muy poco. ¡Despertemos! Podemos hacer la diferencia en cuatro meses.

Oscar Antezana Malpartida | Columnista